La ‘Y’ griega de las siete artes

La apertura del Centro Hortensia Herrero ha creado un eje que arranca en la Fundación Bancaja y concluye en el IVAM y MuVIM

Así es por dentro el Centro de Arte Hortensia Herrero de València

Éxito en el primer día de apertura del Centro de Arte Hortensia Herrero

Fernando Bustamante

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Cierres y aperturas. La ciudad es una constante renovación, un pulso ciudadano sobre sus usos diarios. Al cese de comercios históricos en el centro, se contrapone la recuperación del Palau de Valeriola para el arte contemporáneo. El adiós de la Sala Ultramar provoca un farsante penar, porque si ya nos cuesta ir a las grandes funciones teatrales de obras y actores conocidos, eso de la escena vanguardista queda muy distante. O sin saber todavía el resultado final del Nou Mestalla, ya sobresale el poderoso chasis de Roig Arena, donde además de baloncesto de primer nivel, se podrá disfrutar de los mejores conciertos del momento y de grandes espectáculos. Ejes urbanos nuevos, ajenos a las cortas disputas municipales, se imponen.

‘Y’ de arte. Desde la Fundación Bancaja se ha dibujado un eje artístico que baja por la calle del Mar hasta el Centro Hortensia Herrero y que se bifurca en la plaza de la Reina, a la izquierda, hacia la Generalitat y Blanqueries hasta el IVAM; y a la derecha, hacia el Ayuntamiento y San Agustín el MuVIM. Una cartográfica ‘Y’ griega, donde sus dos puntos paralelos confluyen en Guillem de Castro. Un póquer de museos, dos públicos y dos privados, que si interactúan con criterio, generarán un pulso nuevo en el perímetro de la antigua muralla. Ni los más atrevidos urbanistas que han metido mano durante lustros a la fisonomía de València hubieran imaginado unas coordenadas tan claras para reunir a las siete artes clásicas: arquitectura, escultura, pintura, música (y teatro), declamación (incluye la poesía) y danza. Las seis griegas, por eso al cine se le considera el séptimo arte.

Destellos. Los reflejos de esa ‘Y’ también están definidos, con la primogénita sede de la Academia de San Carlos, hoy Centre del Carme, donde empezó todo un 14 de febrero de 1768 para impartir las enseñanzas de las tres Nobles Artes: Pintura, Escultura y Arquitectura. Primero en el Estudi General de la Universitat de València, en la calle de la Nau, y desde 1850 en el desamortizado Convento del Carmen, hasta su traslado en 1946 al Palacio de San Pío V, desde donde se erige en una especie de faro de Alejandría de esa ‘Y’ artística. Donde también está el origen del primer Conservatorio, creado en 1879 por la Real Sociedad Económica de Amigos del País en el hoy instituto Lluís Vives. Si a ese origen de museos, universidad, conservatorio, se añaden L’Acadèmia dels Nocturns fundada por Bernat Català de Valleriola que dio origen al primer teatro de València en el siglo XVI, conocido como Corral de la Olivera y que tuvo como maestro a Guillem de Castro (1569-1631), bajo el seudónimo de Secreto. Además, el Hospital General (en el espacio del actual MuVIM) obtuvo el privilegio de explotar el teatro en beneficio de los pobres. El Corral de la Olivera estuvo en funcionamiento en 1583 y recibió ese nombre porque se encontraba en la desaparecida Plaza de la Olivera, una parte actual de la calle de las Comèdies.

El relato. Todo cuadra, orígenes, nombres, historia y modernidad, una ‘Y’ donde un ramal desemboca en el Jardí del Túria, desde con dirección al mar está el Palau de la Música, y la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con el Palau de les Arts y el Àgora, donde el CaixaForum emerge como uno de los portaaviones de la flota de las mejores infraestructuras culturales. Precisamente a estribor relumbrará el Arena Roig, y puede que a proa pueda haber noticias pronto, para que la desembocadura natural del antiguo río también se reencuentre con ese mar común del arte y la música. Una ‘Y’ profundamente mediterránea.

La Llotja, el ejemplo. Cuando llegué el necesitado sosiego y María José Catalá dejé el estruendo y se dedique a hacer de alcaldesa, veremos si es capaz de aprovechar esta oportunidad única que se ha encontrado en el camino. Aunque València siempre ha desoído a las autoridades civiles, eclesiásticas y militantes para imponer su mejor versión.

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