¿Cómo nos afecta la COP28 en la C. Valenciana?

Hay que ser realistas. La COP28 se desarrolla en Dubái durante estos días con muy bajas expectativas de éxito. Así, su presidente, el sultán Al Jaber, ha declarado formalmente que no hay evidencias científicas para demandar una reducción de producción y consumo de combustibles fósiles. Es falso. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU está formado por centenares de científicos de relevancia mundial y lleva décadas investigando y estableciendo escenarios basados en cuantificaciones en todo tipo de sectores y países. Existen miles de publicaciones científicas sobre el asunto. El consenso a nivel científico es total en el mundo, pero es obvio que están en juego fuertes intereses económicos y geopolíticos.

El cambio climático es el efecto global con los impactos ambientales y socioeconómicos más desiguales: mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero han tenido y, en gran medida, siguen teniendo su origen en los países más ricos e industrializados, sus efectos se sienten más gravemente en los países más pobres. Estos impactos son fundamentalmente el incremento de las temperaturas, las inundaciones y sequías, las plagas y los consiguientes efectos en hambrunas y sobre la salud. Según la revista Lancet, las muertes por calor pueden llegar a multiplicarse por cinco en 2050. Con ello, nos enfrentaremos con cada vez más migración por emergencia climática desde el Sur al Norte.Según la OMS, con los subsidios actuales a los combustibles fósiles se podría cubrir el 75% del gasto sanitario a nivel mundial. Y todo ello concentrado en un centenar de compañías que son responsables de más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial.

Las perspectivas a corto plazo no son halagüeñas. Los dos principales bloques de producción de petróleo van a incrementar su producción en 2024. Concretamente el golfo pérsico y la península arábiga un 15% y EE.UU. un 6%. Como ejemplo, la mayor petrolera americana EXXON acaba de comprar PIONEER, la mayor empresa de fracking del mundo, por 60.000 millones $. Por otra parte, Rusia, el principal productor de gas, se opone frontalmente a la posible decisión de reducción de energías fósiles en la COP28. Con todo ello, llegar a los objetivos consensuados y fijados en la COP21 de París en 2015 se antoja imposible. A pesar del paquete anunciado por la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris de 3.000 millones $ para la acción climática internacional, la Unión Europea sigue siendo el motor de la descarbonización a nivel mundial, junto a China. Aunque Europa pierde peso relativo, debe seguir siendo ejemplo de desarrollo de energías renovables y descarbonización de los principales sectores emisivos. Todos los programas alineados bajo el paraguas del Pacto Verde Europeo tienen como doble objetivo la reducción de las emisiones de GEI y el desarrollo de alianzas público-privadas para la investigación y el desarrollo de tecnologías avanzadas para la transición energética y ecológica, que deben implementarse y comercializarse a nivel mundial. Sin embargo, también en Europa tienen cada vez mayor eco posiciones escépticas o de abierta negación, motivadas por todo tipo de razones de índole política o coyuntural.

Las regiones meditérráneas – entre ellas la Comunitat Valenciana – son las más expuestas a la emergencia climática en Europa. Aunque es cierto que en los dos últimos años hemos constatado desde el Observatorio de Emisiones de GEI de la UPV una reducción en la industria, esto no es suficiente para alcanzar los objetivos y debemos aumentar esfuerzos, sobre todo a nivel de emisiones derivadas del tráfico. Los impactos que más nos están afectando son el calentamiento del mar, las inundaciones, los largos periodos de sequía, pero también la contaminación atmosférica en las ciudades y la consiguiente afección a la salud pública. Aquí sí podemos actuar de forma directa, descarbonizando la movilidad, reduciendo el uso de combustibles fósiles en el transporte o potenciando mecanismos como las zonas de bajas emisiones en nuestras ciudades.

Por otra parte, los incendios forestales, además de ser los causantes de grandes emisiones súbitas incontroladas (solamente los incendios del año 2022 en Bejís y Vall d’Ebo emitieron más GEI que todo el parque automovilístico de la provincia de Valencia en un año), son un problema central que la crisis climática acentúa, pero que tienen su causa principal en el abandono rural y, por lo tanto, de la gestión forestal, lo que ha llevado a una hiperdensificación y continuidad de las masas forestales con una muy alta carga de combustible, haciendo mucho más vulnerables nuestros ecosistemas a megaincendios fuera de la capacidad de extinción de nuestros excelentes medios técnicos y humanos de emergencias.

La gestión forestal sostenible debe ser un eje central de las políticas de adaptación y mitigación del cambio climático en nuestra Comunitat, tal como venimos trabajando desde la UPV en la coordinación del mayor proyecto europeo de investigación sobre el tema (proyecto INFORMA) desde 2022. La reciente Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica de la Comunitat Valenciana propone mecanismos a nuestro entender útiles para afrontar la gestión forestal sostenible desde el punto de vista de la adaptación, pero también de la mitigación de emisiones, aunque estamos a la espera de los reglamentos que la implementen. Así, la acción climática derivada no solo se debe centrar en la reducción de emisiones, sino también en la compensación del carbono forestal, siguiendo el concepto de quien contamina paga y quien descontamina (en este caso fija carbono y asegura el secuestro de carbono) debe cobrar por ello y reinvertirlo en la conservación y gestión del territorio, incidiendo así en la mejora de la vertebración territorial y problemática del abandono rural.

En conclusión, a pesar de las nadas halagüeñas noticias que nos vienen llegando desde la COP28 en Dubai, la Comunitat Valenciana debe seguir apostando por todas las oportunidades medioambientales y socioeconómicas y de soberanía energética que nos ofrece la transición desde el actual modelo energético basado en el gas y el petróleo. Para ello debemos seguir trabajando como sociedad en los tres ejes fundamentales de la acción climática: ambición y compromiso, acción integrada y transversal y alianzas entre administraciones públicas, empresas, sociedad científica y civil.