Opinión | Reflexiones

¿Hambre emocional?

Ahora se ha puesto de moda el término hambre emocional, que, dicho así, es un término bastante ambiguo y que poco tiene que ver con lo que significa en realidad. Da entender como si tuviéramos hambre de emociones, y lo de que realmente se trata es de taponar emociones que nos resultan negativas, comiendo ciertos alimentos que calman ese vacío existencial que genera ansiedad, tristeza, apatía, angustia, etc.

Bajo el término «hambre emocional», se hace referencia a la necesidad de comer sin tener hambre realmente, es decir un hambre caprichosa y en ocasiones insaciable. Por ello prefiero denominarlo ansiedad por comer y dejar a un lado el hambre emocional y sus diferencias con el hambre fisiológica, dado que no es nada fácil dar por sentado lo que se considera hambre fisiológica, con la amalgama de alimentos que hay en la actualidad en el mercado y diferenciar cuando se come por hambre real o por darse el gusto. Una vez aclarado los conceptos os hablaré de qué es la ansiedad por comer y cómo se manifiesta. La ansiedad por comer sigue un patrón compulsivo, es decir, ante determinadas circunstancias de la vida que nos generan estrés, comemos para compensar el malestar que nos provoca, y es algo que se hace casi de forma inconsciente y no se puede evitar con facilidad. Habitualmente esta ansiedad se calma comiendo alimentos ricos en carbohidratos no saludables (dulces, bollería, helados, pizzas etc), también puede ser alimentos saludables como el arroz, legumbres, frutas, frutos secos, pero para saciarnos con estos últimos hay que pasar por un aprendizaje previamente. ¿Por qué la ansiedad por comer nos impulsa a comer alimentos ricos en carbohidratos y grasas?, porque estimulan los centros de recompensa cerebrales y esto da lugar a un aumento en la producción de endorfinas, dopamina y serotonina, aunque sea durante un pequeño periodo de tiempo, el aumento de estos neurotransmisores, nos anima y nos calma la ansiedad, pero ahí viene el problema luego, el bajón de estos neurotransmisores es rápido y volvemos en poco tiempo a sentir ansiedad por comer, y ahí entramos en bucle.

El principal problema de la ansiedad por comer es que, si no se le reconoce y se le pone solución, se va agravando dando lugar a trastornos alimentarios más complicados y a obesidad. Lo curioso es que la ansiedad por comer en muchas ocasiones es el resultado de hacer dieta y sobre todo dietas muy restrictivas, pautas alimentarias como el ayuno intermitente, así como las dietas muy proteicas, también la provoca el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, diseñados específicamente para estimular nuestros centros de recompensa, que he mencionado anteriormente

La ansiedad por comer hay que considerarla como un síntoma, un síntoma de que algo en nosotros no está funcionando bien y hay que plantearse: el qué y por qué nos está pasando. Digamos que es una ansiedad que se neutraliza comiendo, como la que se neutraliza comprando, incluso bebiendo, por ello hay que prestarle atención y tratarla.

Lo primero que hay que hacer para abordar el problema es aceptar que tenemos un problema de ansiedad por comer y no disculparlo bajo el término de me han dicho que tengo hambre emocional y resuelto el tema, no, es algo serio y hay que abordarlo correctamente y para ello hay que hacerlo tanto desde la nutrición y hábitos alimentarios, como psicológicamente y en este punto no solo con pautas, sino también profundizando más en las causas.

En definitiva, camuflar la ansiedad por comer con el término de moda, hambre emocional, no beneficia en nada y banaliza el problema, impidiendo poder abordar desde el principio este síntoma que se puede llegar a convertir en un trastorno de la conducta alimentaria como es el trastorno por atracón, bulimia y compulsión por comer.

Y abordarlo desde un punto de vista multidisciplinar: nutricional, psicológico, de hábitos alimentarios, higiene del sueño y deporte. De lo contrario, cualquier tratamiento único está dado al fracaso.