Opinión | Tribuna

Un aeropuerto de consenso

Ampliar el actual aeropuerto de Manises. La cuestión se ha puesto sobre el tapete después de que el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, haya apostado claramente por una ampliación de las actuales instalaciones aeroportuarias para acoger el creciente aumento de turismo y, especialmente, para atender las necesidades previstas para los próximos años. Desde hace décadas, la Comunitat Valenciana es uno de los destinos preferidos por miles de turistas que año tras años buscan con ahínco e ilusión nuestras playas, nuestro sol, el clima veraniego –bien es cierto que, por culpa del cambio climático, cada vez más agobiante- y, también, nuestra gastronomía y nuestros pueblos. Al atractivo turístico convencional de sol y playa debemos sumar el enorme patrimonio natural, arquitectónico y medioambiental existente a lo largo de nuestro territorio y que, cada vez más, hacen de nuestra Comunitat un escenario ideal para pasar las vacaciones.

Sin embargo, no es menos cierto que el transporte aéreo continúa dejando tras sí un lastre lacerante sobre los numerosos municipios del área metropolitana más próximos al aeropuerto. Sus núcleos urbanos y sus numerosas áreas residenciales soportan a diario el paso de decenas y decenas de aviones que atraviesas sus cielos y, por tanto, constituyen un foco de distorsión en la vida cotidiana de sus habitantes. En Riba-roja de Túria sabemos muy bien qué supone la existencia de esta infraestructura en sus inmediaciones y, también, soportamos a diario las molestias, especialmente, los ruidos sin importar el día de la semana, en horario diurno o hasta altas horas, aviones pequeños u otros mastodónticos.

Por ello, abrir un nuevo debate sobre la ampliación del aeropuerto de Manises es, cuanto menos, temerario y alejado de la realidad, esa que viven y sufren nuestros vecinos en su quehacer cotidiano. Atender los problemas que azotan a los municipios más cercanos al aeropuerto debería ser la primera de las cuestiones que se deben abordar de forma urgente en estos momentos, con decisión, con vehemencia y sin demagogias. En el poco más de medio año de gobierno de Mazón, observamos su querencia por exigir y reclamar al Estado proyectos de mayor enjundia –antes el puerto y ahora el aeropuerto- mientras deja de lado planes de competencia autonómica como el Edificant y el Convivint.

La alcaldesa de Quart de Poblet, Cristina Mora, apuntaba, acertadamente, en estas mismas páginas que los municipios afectados debemos ser parte esencial en este debate, por cuanto somos los primeros que sentimos y sufrimos el paso incesante de aviones, los que soportamos los ruidos y las molestias. Este no es, ciertamente, un «aeropuerto para pasear», como decía el ex president de la Diputació de Castelló, Carlos Fabra, cuando inauguró el aeropuerto de aquella ciudad. El aeropuerto de Manises es uno de los más importantes de la costa mediterránea, pero no podemos ampliarlo a cualquier precio. La llegada de turismo a la Comunitat es importante pero no a costa del bienestar mínimo de nuestros vecinos. Sin ambages, pero de forma consensuada. La cuestión es lo bastante importante para que todas las partes importantes puedan aportar su visión de los hechos.

Plantear una ampliación del aeropuerto de Manises a modo de «trágala» sin ningún tipo de consenso ni de discusión al respecto es, cuanto menos, el escenario menos propicio para una infraestructura de tan magna importancia, esencial en el desarrollo de nuestro turismo, pero, también, foco de ruidos y molestias. El aeropuerto de Castelló, que nació inerte e inmóvil, puede ser una alternativa plausible, por su cercanía al de Manises y con una reactivación notable en las dos legislaturas del Govern del Botànic. Se trata de buscar consensos y puntos de encuentro. El gobierno de Sánchez ha demostrado ya, en lo poco que llevamos de legislatura, una apuesta por el bienestar de la Comunitat, como así ha quedado patente con la aprobación de la ampliación norte del puerto de València, autorizada solo cuando todos informes ambientales son positivos. Y en el aeropuerto de València no se dan, precisamente, las mismas circunstancias.