Opinión

Vinicius y el racismo

Escribir sobre hechos, situaciones o circunstancias tiene su enjundia, pero cuando se califica y opina sobre personas, la dificultad y complejidad aumenta al desconocer los entresijos internos y comportamiento del personaje que se deshoja. Considerando que una opinión no es una verdad, vaya por delante una disculpa no exenta de responsabilidad en lo que aquí se va a afirmar, teniendo en cuenta el desequilibrio entre la información disponible y el gran peso del tema que vamos a debatir, evitando el brusco salto al vacío en aras a la moderación y prudencia.

Y dicho esto, salgamos a la arena del ruedo. Afirmaba el protagonista de esta historia que, yo sólo quiero jugar al fútbol, pero cuán lejos está la realidad de este deseo, porque ha sido objeto de continuados insultos racistas en varios terrenos de juego, injustificables bajo cualquier punto de vista que deben ser detectados y sancionados de la manera más severa posible, para intentar una adecuada y pronta respuesta a su pregunta final, ¿ cuándo acabará esto ?.

Federaciones, instituciones, clubes, asociaciones, jugadores, público e instancias judiciales, deben hacer frente común para erradicar esta lacra en nuestra sociedad. Esto, se ha dicho hasta la saciedad y no hay que cansarse en repetirlo y exigirlo, pero hay algo más que cae en la exigencia personal de cada uno de nosotros, desalentando conductas racistas próximas que nos han tocado vivir.

Nuestro país en muchos ámbitos y en especial en el deportivo desde tiempos inmemoriales, ha acogido a personas de diferentes culturas, razas, religiones y condición social; hoy es un ejemplo mundial en políticas de inmigración e integración. Los clubes de fútbol han estado y están repletos de jugadores de color incorporados como uno más de sus plantillas sin discriminación racial alguna. Escasos han sido los incidentes con ellos relacionados con la materia que nos ocupa.

Y es aquí donde me atrevo a entablar debate sobre el protagonista de esta opinión, el gran jugador de fútbol que es Vinicius Jr., partícipe en recientes acontecimientos racistas surgidos en torno a su persona. Su comportamiento resultado de cierto grado de provocación cuando se encara con la grada con cara y gestos desafiantes, cuando protesta y protesta repetidas veces al árbitro, cuando marca y se gira al defensa caído con sonrisa deslumbrante y mirada despreciativa, le hace para muchos responsable de las acciones racistas de aficionados.

Pero nada más lejos de esta fácil justificación. De forma resoluta y tajante debemos afirmar que mientras haya un solo aficionado indeseable, que lance insultos por el color de su piel, tenemos un grave problema que además salpica a toda una afición y a su correspondiente entidad deportiva. Hay que actuar rápido y sin atenuantes para erradicar estas conductas. No valen razones o justificaciones a estos comportamientos siempre condenables.

Es cierto que en su propio club, jugadores con su mismo color de piel en escasísimas o nulas ocasiones han participado o provocado incidentes racistas, ni que decir en el resto de equipos españoles o mundiales. Vinicius Jr. se equivoca si su protagonismo lo está enfocando en la organización de partidos de fútbol contra el racismo con salidas de tono en el banquillo alentando la trifulca, llorando en ruedas de prensa previas a la confrontación deportiva, victimizándose ante la lacra racista, protagonizando videos en Netflix con fuerte contenido racial. Creo que debe quitarse ese mantra que lo está ensombreciendo y dedicarse a lo que sabe hacer, por cierto de manera extraordinaria, jugar al fútbol con todas sus energías sin distracciones por aquí y allá, respetando a todo el entorno que le rodea, profesionales del balón, árbitros, público, instituciones y a un país que le ha acogido y permitido desarrollar su profesión con una retribución encomiable.

Él reconoce que a veces se va del partido, habla demasiado y le cuesta centrarse. Debe olvidarse del protagonismo que adquiere el color de su piel y no justificar la permanente provocación para a continuación denunciar conductas racistas, ese proceso iterativo va a acabar con él y su precioso fútbol. Su referente no son Martin Luther King ni Mohamed Ali, debe mirarse en el espejo de los mejores futbolistas del mundo para intentar superarlos.

Nada ni nadie quiere justificar los insultos racistas por comportamientos provocadores del futbolista. Todas esas situaciones son condenables sean cual sean las actitudes de Vinicius Jr., que a nadie se le ocurra utilizar al futbolista como probeta para sacar el sentimiento racial de la sociedad deportiva. Sería un gran error. Creo que todos debemos aprender, él con buenas dosis de formación, nosotros recriminado y señalando conductas racistas en la grada y allá donde se produzcan.