Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Millás seduce a corta distancia

«Una vocación imposible» reúne la extraordinaria narrativa breve, revisada y definitiva, del escritor

Millás seduce a corta distancia

Una vocación imposible es el fuego donde arden los cuentos completos de Juan José Millás. Llamas literarias donde las paradojas crepitan y las historias más inesperadas atizan la realidad para iluminar la vida cotidiana. El mundo que nos mira. Los hilos invisibles que unen a las personas, los contratos de trabajo, la letra pequeña de las esclavitudes sociales, los vínculos aprensivos entre el ser y su cuerpo, los tornillos que mantienen en un mismo mecano dislocado la singularidad y el viaje colectivo. Quita y pone miedos. Va al más allá y vuelve cargado de histerias que contar. La narrativa breve de Millás es una invitación a consumir relatos de largo recorrido en distancia corta sin que se pierdan por el camino ninguna de las cualidades del autor, desarrolladas en novela, artículos y reportajes. Emboscado en la espesura del humor desconcertante sin errar nunca el tiro, su puntería es inquietante. Intimida su conocimiento de la intimidad.

Explica: «Si mi autobiografía fuera un traje, estos cuentos serían su forro». El forro literario de Millás cubre su propio interior y los cuentos llenan los huecos que dejan las novelas. Un cuerpo da para muchas excavaciones. Perdón, quería decir exploraciones. Son como las vísceras de las novelas, piensa un autor que da la espalda a sus libros cuando se publican y se niega a releerlos. Pero con esta edición de sus cuentos no le quedó más remedio que padecer la enfermedad de moverse por lugares literarios propios y extraños. Como en los sueños. Una vocación imposible tiene, pues, un toque onírico que tira de una madeja de historias de colosal envergadura.

En el lejano 1989, Millás publicó su primer libro de relatos y ya dejó claro que le gustaba romper moldes, descoser costuras, quebrar la realidad todo lo que haga falta para que abramos los ojos a lo que no vemos. Sus cuentos no se andan por las ramas y convierten lo subterráneo en una aventura a ras del suelo. Puede abrir en canal una historia realista, retorcer otra para convertirla en un escalofrío. Es un maestro saltando del efluvio romántico a la colleja del thriller, se maneja sin errores en textos epistolares y no le tiembla el pulso ensayando monólogos teatrales. Somos lo que leemos: gente asustada, gente que desea, gente que tiene sueños. O ilusiones, a elegir. Y esa gente habita un universo có(s)mico que barrunta ser trágico como forma de perder el respeto a los infortunios, hecho de objetos que piensan, cuerpos que se desvanecen y rutinas depredadoras.

Desde la Primavera de luto (1989), hasta La muerte retroactiva, Millás deja huellas inconfundibles en cada página. Inquieta, conmueve y sorprende. Pilla al lector con el pie cambiado, atraviesa el espejo para hacer de lazarillo resucitado por paisajes tan familiares que nos sentimos parte de ellos y hace de la normalidad un extraordinario argumentario de metamorfosis que son paradojas. O al revés. Espectros, demonios chantajistas, seres invisibles o de humo... Empiezas a leer a Millás y no puedes parar. ¿Es grave, doctor?

Compartir el artículo

stats