Mientras en la vida real nuestro reciente amigo el coronavirus parece dispuesto a poner patas arriba toda esperanza de normalidad recuperada, en la intimidad doméstica nos aferramos a las ficciones como único espacio donde debería ocurrir lo que vemos fuera de nuestras ventanas. La cultura se revela como una tabla de salvación de la sensatez y la cordura cotidiana y, por supuesto, los tebeos forman parte de ese clavo ardiendo. Tras unos meses de incertidumbre, las editoriales comienzan a normalizar (sea lo que sea eso ahora) la publicación de novedades, con algunas excelentes opciones para recuperar las buenas costumbres.
Sin ir más lejos, septiembre se estrena con la edición en España de dos de las novedades más importantes del panorama independiente USA de este año: La soledad del dibujante, de Adrian Tomine (Sapristi Cómic, traducción de Raúl Sastre) y El difícil mañana, de Eleanor Davis (Astiberri, traducción de Santiago García). El autor de Optic Nerve deja la ficción para entregar una obra autobiográfica en la que hace un agridulce repaso a su carrera como dibujante. A modo de Moleskine personal (ojo a la espectacular y cuidada edición, facsímil de los famosos cuadernos), Tomine comparte con humor los sinsabores del oficio de viñetista y, de paso, hacer un recorrido reflexivo y muy autocrítico por una vida inseparable de los lápices y la tinta. Por su parte, la nueva obra de Davis demuestra la evolución imparable de una autora que no para de crecer: tras la exquisita Tú, una bici y la carretera, se adentra en un futuro cercano de inquietante realidad. Una América donde Zuckerberg es el nuevo presidente y las problemáticas sociales se han agudizado y radicalizado es el escenario de una historia de esperanzas e ilusiones que nos recuerda que, pese a sus incoherencias y absurdos, la humanidad sigue moviéndose por pequeñas emociones. Es absolutamente impresionante el dominio de la gestualidad de sus personajes, de una expresividad desbordada. La editorial Ponent Mon nos trae la nueva obra de la siempre interesante Penélope Bagieu, California' Dreamin (traducción de Fabián Rodríguez). Una biografía de los primeros años de la cantante Mama Cass, la fundadora de The Mamas and the Papas, que le permite a la autora ir más allá de su prodigiosa voz para plasmar una efímera vida marcada por los problemas con su peso, las drogas y el sexo, que condicionaron sus ilusiones de encajar entre los demás. Por su parte, Las dos vidas de Penélope, de Judith Vanistandael (Astiberri, traducción de María Rossich) es un durísimo relato sobre la otra realidad de los cooperantes, la de la vuelta a una vida de siempre que parece asentada en un intenso vacío, donde la impotencia se arrastra como un fantasma agarrado a las vísceras que desdibuja la cotidianeidad cercana, convirtiéndola en una realidad ajena y alejada. Una obra que queda cerca de Khalat, de Giulia Pex (Liana Editorial, traducción de Marta Tutone). Relato del terrible camino que lleva de Siria a Europa cuando la guerra te deja sin hogar, sin esperanzas, solo acompañada del miedo, el desencanto y la incertidumbre de un futuro que solo vislumbra llegar al día siguiente. Pero si lo que se busca es evasión, es un buen momento para leer de un tirón la excelente saga Ether, de Matt Kindt y David Rubín, aprovechando que la editorial Astiberri publica el tercer y último volumen de la serie, La desaparición de Violeta Campana (traducción de Santiago García). El vibrante grafismo del gallego se adapta como un guante al sorprendente universo de enfrentamiento entre la magia y la razón que Kindt desarrolla. Una sugerente reflexión sobre la relación entre la creación y la imaginación del ser humano como necesario equilibrio de la razón y la ciencia, que certifica que estamos ante uno de los mejores guionistas americanos actuales y que descubre un dueto artístico llamado a deslumbrar. Que disfruten, si es posible, de la vuelta.
