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DIME QUE ME LEES

Enric Juliana, melancolía y memoria

Lectura agridulce. Melancolía y memoria. Lectura para el debate. Enric Juliana va ya por la tercera edición en castellano de Aquí no hemos venido a estudiar (Arpa 2020), editorial que también ha publicado la originaria edición en catalán. No es una simple reimpresión. Ha añadido dos nuevos e interesantes capítulos, escritos gracias a la documentación que, tras la lectura de la primera versión, le ha facilitado generosamente el periodista valenciano Lucas Marco.

El libro me atrae en una primera lectura. Es un recorrido por la historia del Partido Comunista de España (PCE) y de su homólogo catalán, el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), que toma como hilo conductor la actividad clandestina durante la dictadura y los posteriores debates en el penal de Burgos de tres cuadros de la organización detenidos y torturados por la policía franquista: Manuel Moreno Mauricio, Alberto Sánchez Mascuñán y Ramón Ormazábal. A la vez, Juliana pretende hacer una lectura de la transición y, en menor medida, un apunte sobre el futuro más inmediato, como declara un poco ampulosamente en el subtítulo: «El debate de un mundo olvidado que explica el presente». Imagino que no ha sido cosa suya, sino de los mercadotécnicos que han de justificar los honorarios.

Pero, aunque Juliana aporta contexto histórico, sin embargo creo que el libro hay que leerlo con ciertas cautelas, porque está construido fundamentalmente desde la memoria. Y la memoria, aunque sea la memoria de las víctimas, tiende muchas trampas. Me sorprende la insinuación de que Santiago Carrillo hubiera facilitado la detención en València en 1947 de Moreno Mauricio y de Sánchez Mascuñán: «MMM recordó siempre aquella foto suya en la comisaría de Valencia; aquella foto hecha en Francia que acabó en manos de la policía. Siempre tuvo la certeza de que lo habían vendido. Siempre tuvo un agravio con el hombre que controlaba los engranajes en Francia. Nunca congenió con Santiago Carrillo». ¡Vaya zambombazo!

Cuidado con la memoria. El debate entre historia y memoria sigue siendo una cuestión abierta entre los historiadores. A partir de Pierre Nora y de Lucien Fabre, Antoine Prost sostiene que memoria e historia se «oponen punto por punto». Sin embargo, para otros historiadores –como Traverso, o Todorov– la memoria y la historia no están separadas por muros infranqueables, sino que se establece entre ambas una interrelación permanente, que tiene el peligro de hacer un uso político del pasado en favor del orden actualmente establecido. Unos usos políticos del pasado al que tampoco son ajenos el exceso de memoria que nos invade en los últimos años y que produce una hartazgo que, como ha advertido la recientemente desaparecida Régine Robin (La mémoire saturée, Stock 2003) podría no ser más que una figura del olvido.

Aquí no hemos venido a estudiar no es ajeno, ni mucho menos, a estas tensiones. Como tampoco lo es a ese abatimiento de las utopías revolucionarias que caracterizó el propio Enzo Traverso en su ensayo Melancolía de izquierda (Galaxia Gutenberg, 2019). «La melancolía de izquierda –escribe Traverso– es lo que queda después del naufragio; su espíritu da forma a los escritos de muchos de sus ‘sobrevivientes’, garrapateados desde sus botes salvavidas al cabo de la tormenta». En el último capítulo, Enric Juliana rememora el entierro de MMM desde el presente, después de que el temporal «Gloria» se llevara el Pont del Petroli, un pantalán vestigio del pasado industrial de Badalona. La tarde es gris y el «mar, sucio, hostil y existencialista». Juliana no quiere acabar con la metáfora del puente roto y, con optimismo de la voluntad, recuerda la consigna de MMM, un hombre que no se quiso rendir: «aquí hemos venido a estudiar». Una invitación a repensar la idea revolucionaria en una época no revolucionaria. La pérdida como efecto transformador. Enric Juliana, duelo y militancia. Enric Juliana, melancolía y memoria.

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