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De la historia a la pseudohistoria

El Institut de Nova Historia contrarresta el historicismo españolista reinante a base de exageraciones.

De la historia a la pseudohistoria

En el trabajo habitual del historiador cuenta relativamente poco la preocupación por la naturaleza de la historia, esa especulación teórica parece propia del filosofo, y en todo caso sirve para presentar una Memoria a un tribunal de oposiciones. No sé cuántos profesionales de Historia están interesados, por ejemplo, en leer Filosofía de la Historia (2008) de Manuel Cruz, entre otros de igual temática. Y es que tampoco existe la Historia a secas, siempre hay historia de algo, y a lo largo del tiempo la especialización ha sido una constante: historia política, militar, religiosa, social, ideológica…

A su vez cada materia ha reservado un espacio propio, desde su exclusiva investigación, para indagar en su pasado, y de ahí la Historia Económica, de la Ciencia, de la Educación, del Derecho, de la Cultura…, sin contar con la especialización de materias alejadas del trabajo historiográfico, como la historia de la Literatura, la Filosofía, la Psicología, la Música…, que no la realizan los historiadores profesionales sino los especialistas en esas materias. Las historias globales, universales o de países, junto a temas concretos de interés popular, quedan circunscritas, cada vez más, a la divulgación para un público con interés por entender el pasado. Y aún así las historias generales son compendios que tienen cierta dificultad para destacar y resumir lo que se considera fundamental y básico para explicar un periodo amplio, por la cantidad de monografías publicadas sobre muchos temas.

Sin embargo, solo cuando la historia se utiliza en el debate político y social sale de los departamentos universitarios y se extiende por doquier, en comentarios públicos y en los mass media. Es lo que ocurre con las tesis y contratesis de los nacionalismos, sea el español, el vasco, el valenciano o el catalán. Es precisamente en la tesitura de la actual situación en Cataluña cuando la historia viene adquiriendo una dimensión mayor que en otras sociedades o momentos, y además obliga a meterse en la pelea a otros historiadores españoles. El tema no es de ahora, ha sido recurrente desde los años 20-30 del siglo XX y se ha incrementado con viejos y nuevos argumentos en el siglo XXI cuando de una manera explícita se ha planteado la autodeterminación y la posible proclamación de una República independiente.

Las diatribas entre historiadores sobrepasaron el ámbito académico y formaron parte del debate político del nacionalismo catalanista. Así, si leemos a Ferran Soldevila y sus análisis de la Historia de Cataluña podemos subscribir, o no, sus argumentos, pero estamos ante textos elaborados con criterios historiográficos. Es la misma línea que han seguido los historiadores calificados de nacionalistas como Sobrequés, Balcells, Termes, Pere Anguera, Borja de Riquer o Fontana, entre otros. Y frente a ellos los que han trabajado distintos aspectos de la historia catalana en las universidades, calificados de españolistas por discutir las tesis de la historiografía nacionalista como Ricardo García Cárcel, Ucelay Da-Cal, Roberto Fernández o Martínez Shaw.

Una experiencia inédita es, en cambio, la fundación Institut de Nova Historia creado en 2007 por el filólogo Jordi Bilbeny y financiado por la Generalitat. Su objetivo es remarcar que todos los personajes históricos europeos destacados, en los acontecimientos singulares que han intervenido, eran catalanes. De esa manera Cervantes, Shakespeare, Santa Teresa de Jesús, Erasmo de Rotterdam, Colón, Copérnico, Leonardo da Vinci, el Gran Capitán, Herman Cortés, etc., etc., y por tanto obras como El Quijote, el Lazarillo de Tormes o el descubrimiento de América se deben, junto a otros hechos sobresalientes, a catalanes.

Desde la historiografía nacionalista universitaria, incluso, ha sido criticado por su falta de solidez histórica ya que perjudica la labor de los historiadores profesionales catalanistas. Estos han venido contrarrestando las interpretaciones consideradas españolistas realizadas desde otras universidades españolas y algunas catalanas, que habrían impuesto una historia dominante sobre la españolidad de Cataluña. [Vicent Baydal i Cristian Palomo (coord.) Pseudohistòria contra Catalunya, (2020)].

Creo, sin embargo, que la labor realizada por Nova Historia no es una boutade, un esperpento, de unos aficionados para resaltar que Cataluña es una nación superior, intelectual y socialmente, que ha sido dominada y colonizada por el imperante discurso castellanista. Es una estrategia para resaltar, de esa manera esperpéntica, que la cultura catalana tiene el más alto valor atribuido a otras. Es la plasmación de aquella frase de Nietzsche de que no existen hechos sino interpretaciones. Son los hechos alternativos de los que hablaba Trump porque no existe más verdad que la se impone por la fuerza o por el márquetin. Por tanto, en las narraciones históricas solo tiene valor lo que se logra asentar socialmente en el imaginario popular.

Los debates entre profesionales, considera Nova Historia, no sirven más que para el onanismo de los investigadores y solo contrarrestando el historicismo españolista reinante a base de exageraciones puede cambiarse la mentalidad dominante. Como el de Polònia de TV3 el humor tiene aquí su propio espacio.

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