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DIME QUE ME LEES

El coleccionista de hombres

Cómo empezó el asunto de los cuadros? - Le costará creerme, porque usted no es coleccionista. -Yo colecciono hombres.

La respuesta es del comisario Maigret, es decir, de Georges Simenon (1903-1989), uno de los escritores que mejor ha sabido captar y «coleccionar» los misterios del alma humana. La lista de novelas y personajes de Simenon es impresionante. Descartando el largo centenar de obras primerizas, publicó más de cien episodios de Maigret y otras tantas narraciones que el llamaba «novelas duras», novelas del destino. Traducido a cincuenta y cinco idiomas, se han vendido más quinientos millones de ejemplares de sus obras.

André Gide le consideraba el más grande escritor en francés del siglo XX. En una primavera de los años setenta, Gabriel García Márquez no se atrevió, de pura admiración, a dirigirle la palabra cuando lo descubrió en un café de su ocaso ginebrino. Un lector de Simenon no debería tener ninguna excusa para reivindicar en cualquier ocasión semejante legado literario. Sin embargo, como el periodismo cultural tampoco es ajeno a la extraña superstición de los aniversarios, convendrá recordar que este mes de mayo se cumplen noventa años de la publicación de Pietr el letón, la primera novela del ciclo de Maigret. Beatriz de Moura, cuando dirigía Tusquets, la publicó en 1993, inaugurando una colección que pretendía editar su obra completa. Como regalo a los lectores, el volumen iba acompañado de una plaquette con un texto de Gabriel García Márquez, El mismo cuento distinto, y del relato El hombre en la calle, un cuento de Simenon que obsesionó durante años al escritor colombiano. Llegaron a publicarse casi medio centenar de títulos con nuevas traducciones y un espléndido diseño de Pierlugi Cerri, muy meritorio porque era una difícil alternativa gráfica a las espléndidas portadas que Ricard Giralt Miracle diseñó entre 1948 y 1953 para la editorial Aymà y que firmó con su nombre invertido, M Tlarig, pseudónimo con el que disimuló su identidad de cartelista republicano.

Tutsquets también publicó buena parte del Simenon «serio»: La nieve estaba sucia; Tres habitaciones en Manhattan; Por si algo me ocurriera; Carta a mi juez; El pasajero clandestino; El hijo de relojero… Luego desaparecieron de su catálogo, no sé si víctimas de la absorción por la todopoderosa factoría Planeta. Afortunadamente para el lector en castellano y en catalán, se han editado algunos de sus títulos en Acantilado y en Quaderns Crema.

En sus novelas, comprender el motivo por el que un hombre decide matar a otro, o el porqué de su caída en cualquier otro abismo, es la clave de la intriga. Y no es solo una cuestión de técnica policial o narrativa, sino, esencialmente, de posición moral. «Comprender, nunca juzgar» es la consigna que aparece en el exlibris de Simenon. Podría ser el lema de toda su obra.

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