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Crónicas de la incultura

Visibilidad no es igualdad

El otro día, leyendo un ensayo del profesor Francisco Moreno Fernández, catedrático Alexander von Humboldt de la Universidad de Heidelberg y buen amigo, me tropecé con lo que no esperaba. Su texto se titula ‘La lengua y el sueño de la identidad’ (2020) y trata de un problema, el del nacionalismo lingüístico, que me interesa y sobre el que también he escrito. Sin embargo, Francisco Moreno lo aborda desde una perspectiva mucho más general, lo que no es común: toma como referencia el libro de Fukuyama, ‘Identity. The Demand for Dignity and the Politics of Resentment’ (2018). Sí, sí, Francis Fukuyama, aquel politólogo de Chicago que en 1989 sorprendió al mundo con su artículo The End of History? en el que se postulaba el triunfo del capitalismo y del individualismo liberal, es decir, del modelo de EE. UU. Desde luego, esta hipótesis de trabajo, vista desde hoy, parece un sarcasmo: en 2008 se hundió Wall Street y en 2019 un simple virus acabó de darle la puntilla. En un momento en el que los EE. UU. se repliegan en todos los frentes, parece una broma sostener que «estamos ganando». Por eso, el libro sobre la identidad de Fukuyama solo puede interpretarse como una forma de escurrir el bulto: el autor viene a sostener ahora que en 1989 no quería decir que hubiera triunfado el capitalismo, sino que lo que había triunfado era el reconocimiento de los derechos de las minorías, esto es, el liberalismo.

Pues qué quieren que les diga… Francisco Moreno pone las cosas en su punto cuando concluye que «la identidad se hace fuerte en un mundo en que los marginados son invisibles para sus semejantes». La cuestión es si los grupos marginados pueden dejar de serlo solo con volverse visibles. Por ejemplo, la esclavitud era patente en la vida pública de la antigua Roma, pero su denuncia por el cristianismo primitivo no evitó que el negocio de los esclavos siguiera boyante. La visibilidad como fin en sí misma puede llegar a ser una idea adormecedora. He aquí dos iniciativas, que se contradicen en apariencia, pero que contribuyen a superar dicha modorra intelectual. Mi colega Carme Junyent, de la UB, ha reunido en el libro ‘Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou’ a un grupo de lingüistas que rechazan, como ella, el lenguaje inclusivo, Al mismo tiempo, la Academia Norteamericana de la Lengua Española acaba de presentar un libro titulado ‘Por un lenguaje inclusivo’. Parece que feminismo y academicismo acercan posturas y se instala el sentido común. Cualquier cosa antes que seguir con los juegos florales: no mejoraron la suerte de las lenguas minoritarias y tampoco lo harán con la de las mujeres.

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