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El caminante

Los últimos meses de Mozart

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona representa estos días La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, en producción de David McVicar, con escenografía y vestuario de John Macfarlane y dirección musical de Gustavo Dudamel. Esta obra, de inspiración masónica y mágica, con argumento algo estrafalario según el libreto del empresario teatral Emmanuel Schikaneder, es un Singspiel. Se trata de una especie de ópera popular alemana, con diálogos hablados en lugar de los recitativos cantados de la ópera seria italiana, que contiene momentos de alto virtuosismo vocal y mucha dificultad, como las dos arias de la Reina de la Noche.

Dudamel, que cuenta 41 años, es el más celebre pupilo del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles de Venezuela impulsado por José Antonio Abreu, y en este momento director musical de la Ópera Nacional de París. Ha dirigido las principales orquestas del mundo, entre ellas las filarmónicas de Berlín y Viena, y las representaciones de Barcelona son su debut con esta obra, uno de los títulos de referencia del repertorio operístico. El tenor mexicano Javier Camarena, de brillante carrera, también ha hecho su debut en esta producción.

El teatro estaba lleno a rebosar, lo que suele ocurrir siempre que se representa La flauta mágica, que también fue un éxito cuando se puso en escena en el Theater auf der Wieden de Viena. Mozart tuvo que compaginar su escritura con otras grandes obras que jalonan la producción de ese fructífero 1791, el último año de su vida. Entre otras, el bellísimo y melancólico Concierto para clarinete y orquesta, el Concierto número 27 para piano y orquesta, la ópera seria La clemenza di Tito y el delicioso motete Ave verum corpus para coro a cappella. Fue el año del Requiem, otra de las más célebres obras de Mozart, que no llegó a concluir y tuvo que acabar su discípulo Süssmayer.

En La flauta mágica la simbología está muy presente y el número tres, que significa la perfección, aparece de forma reiterada. La obertura es en mi bemol mayor, tonalidad con tres bemoles en la armadura, y se inicia con tres acordes. Tres son las damas de la Reina de la Noche y otros tantos los niños que intervienen. Inicialmente parece que Sarastro sea un personaje malvado y que la Reina de la Noche sea bondadosa, pero acabamos viendo que, como pasa a menudo en la vida, y especialmente en la política, las personas son lo contrario de lo que parecen.

Hermann Hesse admiraba esta ópera, considerada por él un canto a la vida. Se estrenó en Viena el 30 de septiembre de 1791 y consiguió un éxito clamoroso que no alivió la penuria económica del compositor, ya muy enfermo. La madrugada del 5 de diciembre Mozart moría a los 35 años. El día siguiente, tras una breve ceremonia, religiosa en la catedral, un exiguo cortejo se dirigió en medio de una tempestad de nieve al cementerio de Saint-Marx, donde su cuerpo fue arrojado a la fosa común.

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