Nunca llueve a gusto de todos, proclama el refrán. Y no le falta razón. Las lluvias torrenciales desatadas durante los últimos días han provocado daños de consideración en las viviendas afectadas por las inundaciones, en los vehículos que quedaron anegados y en bienes públicos y privados de numerosos municipios. También se prevén pérdidas en el campo, aunque las consecuencias negativas que el exceso de humedad tendrá sobre las variedades que se recolectan en los primeros compases de la campaña citrícola pueden verse compensadas con los beneficios que aportan las precipitaciones para el resto de la campaña. El agua aumentará el calibre y la calidad de lo que queda por venir, que es mucho. Y la limpieza que ha aportado el temporal en el arbolado tampoco es poca cosas tras una largísima etapa de sequía.

El principal temor que angustia a los agricultores es el encharcamiento provocado por la incapacidad de la tierra para absorver el exceso de lluvia. Esa amenaza, concretada en la temida asfixia radicular, puede dar al traste con algunas plantaciones más expuestas a la humedad. Los expertos tampoco descartan que las extraordinarias cantidades de lluvia registradas durante los últimos días provoquen, una vez se recupere el sol y suban las temperaturas, la caída de la naranja que presente un proceso de maduración más avanzado. «Lo que queda fuera de toda duda es que el tratamiento con fungicida es necesario para evitar riesgos», alertó ayer al vicepresidente de AVA y responsable de la fundación Fuvama, el alcireño Bernardo Ferrer. Los daños, en todo caso, se espera que sean menores y muy localizados en las partidas más hondas del paisaje rural.

No todo es negativo

Frente a ese panorama más preocupante, tampoco pueden desdeñarse los efectos positivos del intenso episodio de lluvias. La limpieza del árbol siempre es una bendición del cielo y las ventajas que aporta el agua pueden ser muy visibles cuando quepa evaluar el tamaño y la calidad de la fruta de la segunda parte de campaña. Se prevé que todas las versiones de la navel, las valencias y las variedades más cotizadas ganen peso.

Menos optimistas se muestran los agricultores cuando comprueban la cantidad de muros perimetrales y bancales que se han desmoronado como consecuencia de la presión que ejerce la lluvia. Las pérdidas que provoque su reparación serán difíciles de amortizar si no se ha suscrito un seguro de amplia base. Resulta poco probable que el Gobierno declare zona catastrófica, por lo que tampoco cabe esperar grandes repartos de dinero públic0.

En cambio, las Administraciones Públicas estarán obligadas a reacondicionar las vías rurales dañadas. Y son muchas.