Pese a que Inmaculada trata de afrontar con optimismo su día a día, consciente de que podría haber tenido un devenir peor, para ella es inevitable pensar en lo ocurrido y en las penurias que acarrea aquella «contractura»: «Me han destrozado la vida por completo. Yo estaba muy bien, no puedo hacer nada de lo que antes hacía. Antes practicaba mucho ejercicio, me encantaba el deporte, ahora como mucho puedo caminar y hacer un poco de bicicleta. No puedo trabajar, siempre he estado en el almacén o en la cocina. Pero ahora ni siquiera sé las recetas, tengo que mirar por internet para hacer la comida».