«Ya estamos otra vez» fue una de las frases más repetidas que se escucharon en los barrios de Alzira más vulnerables a sufrir inundaciones. Les Bases, l'Alquenència y Venècia rozaron la tragedia, pese a que el elevado volumen de lluvias desbordó el Barranc Fosc y el agua anegó algunas calles, tanto de la antigua avenida Vicente Vidal como cercanas al parque de l'Alquenència. Se volvía a poner de manifiesto que la ciudad necesita una solución y los vecinos son conscientes de ellos.

El reloj no había marcado todavía las 21,00 horas cuando las sirenas de policía se adentraron en Les Bases. La lluvia caía con fuerza, más que en cualquier otro momento de los cuatro días que ha durado el episodio de precipitaciones, y la directriz de las autoridades fue tan sencilla como esperada por los vecinos: trasladar los vehículos a zonas elevadas de la ciudad para evitar daños ante la posibilidad de revivir las inundaciones ocurridas en noviembre.

Las calles se quedaron sin vehículos en apenas unos minutos. Los vecinos salieron de sus viviendas para sacarlos de los garajes, ya fueran bajos o subterráneos. «Qué harto estoy», comentaba alguno ante la clara sensación de «Déjà vu». «¿De verdad que no hay manera de evitar esto?», se preguntaba otro. «En qué mala hora me vine a vivir a Les Bases» u «Ojalá poder mudarme pronto» fueron reacciones que también manifestaron los vecinos que, bajo paraguas y capuchas, se disponían a poner a buen recaudo sus vehículos. Los lugares escogidos: aceras, parques o incluso el Pont de Xàtiva. Otros optaron por dejarlos cerca de la montaña. En definitiva, cualquier lugar más elevado y alejado de zonas inundables.

En Les Bases, se notaba en el ambiente la resignación de un barrio acostumbrado a que las trombas de agua se cuelen varios centímetros en viviendas, bajos comerciales y garajes. Nada nuevo. Pero cuando la situación se ha repetido dos veces en cinco meses la paciencia se agota. El vecindario reclama y necesita, lo segundo casi tanto como lo primero, una solución. «No podemos vivir así, con este desasosiego, cada vez que llueve», proclamaba una vecina, completamente empapada tras aparcar su coche en un lugar seguro.

Coordinación y comunicación

Sin embargo, no todo son malas palabras en los barrios más bajos de la ciudad. Uno de los principales reproches que tuvo el equipo de gobierno aquella aciaga madrugada del 16 de noviembre fue su falta de comunicación. Sus avisos a la población llegaron tarde y mal. El tripartito alegó, entonces, un temor ante la posibilidad de colapsar la ciudad con el aluvión de vehículos que buscarían las zonas más elevadas.

Pero de los errores se aprende y lo que hace cinco meses eran críticas ahora se han convertido en elogios. La ciudadanía esperaba un nivel de respuesta por parte de su ayuntamiento como la que se ofreció el domingo. El consistorio aconsejó, a través de bandos mediante la policía y las redes sociales, a los vecinos que sacaran los coches de sus garajes y los llevaran a zonas elevadas en un momento en el que, pese a la intensidad de la lluvia, el agua ni siquiera cubría aceras. Si bien es cierto que, salvo en algunas calles de las citadas zonas de l'Alquenència y la avenida, no se llegaría a los niveles de noviembre. Por lo que los posibles daños ocasionados serán infinitamente menores.

También es digna de mención la labor de los operarios municipales, agentes de policía y protección civil y el resto de personas movilizadas para garantizar la seguridad de la ciudadanía. En noviembre se produjeron ciertos momentos de caos circulatorio, especialmente en la CV-50 y en los alrededores del Pont de Xàtiva. Primó la imperiosa necesidad de resguardar los vehículos y se aparcaron sin tener en cuenta criterios básicos y sin control alguno. En esta ocasión los vecinos se encontraron con agentes que les indicaban las zonas en las que dejarlos, sin que ello provocase problemas de tráfico.

Visiones negativas y positivas de un episodio de lluvias que, ante la falta de soluciones, volverá a resignar a los vecinos de Alzira.