Las obras de construcción de la plataforma del AVE descubrieron en l’Énova en el año 2003 un tesoro en forma de villa romana que el nuevo trazado ferroviario volvió a enterrar pese a la presión ciudadana una vez realizados los oportunos trabajos de documentación y rescatados los elementos de mayor valor, entre ellos algunos singulares pavimentos de mármol. La actual corporación multiplica los esfuerzos para que aquella época de esplendor aflore y se convierta en un atractivo que, a través del turismo cultural, contribuya a revertir el estancamiento de un pueblo eminentemente agrícola que sufre los problemas del envejecimiento y la despoblación.
La pandemia del coronavirus impidió el año pasado dar continuidad a la primera edición de la feria romana, una iniciativa impulsada por el ayuntamiento para reivindicar y divulgar un patrimonio histórico conformado por la villa del patricio Publius Cornelius Iunianus, las canteras romanas y las carriladas ibero-romanas, a través de visitas amenizadas con representaciones en vivo de legionarios, gladiadores y esclavos, aunque el consistorio ha recurrido a la imaginación para, de la mano de la empresa Terra de Patrimoni, señalizar una ruta que permite a cualquier visitante realizar este mismo itinerario de 4,4 kilómetros y poco más de una hora de duración, guiado por el esclavo Natalis, el propio Publius Cornelius, la institutriz Rodhine y los trabajadores que picaban piedra en la cantera. Bienvenidos a l’Énova, «Terra Iuniana».
Unas singulares figuras de hierro policromadas que representan a personas de la época con nombre y apellidos -salvo en el caso del «picapedrer»- guían al visitante por un recorrido que, según destaca el alcalde de l’Énova, Tomás Giner, «pretende vincular todo el patrimonio romano que se ha localizado en las últimas décadas». El itinerario arranca en el centro del casco urbano de la mano de Natalis, el esclavo al que está dedicada una inscripción necrológica encajada en la fachada de la iglesia parroquial -se encontró en la partida de Els Francs- y que literalmente reza: «Natalis, esclavo de Publio Cornelio, de 60 años, yace aquí sepultado». No es la única inscripción de época romana que se puede encontrar en la iglesia.
Junto a la figura del esclavo se ha ubicado un primer panel explicativo que adelanta lo que el visitante se va a encontrar en el camino. «En l’Énova, hace ahora dos mil años, vivía una familia muy importante y poderosa, que marcaría durante siglos el destino de Saetabis, se trata de la familia Iunii, de la Tribu Galeria».
El propio Publius Cornelius y la institutriz Rodhine reciben al senderista junto a la plataforma ferroviaria, en el entorno de lo que fue la villa del patricio setabense en la que se han localizado elementos suficientes para garantizar la identificación. El alcalde de l’Énova recuerda que en el museo de Xàtiva se conserva una lápida de mármol rosa «enorme» que da cuenta del fallecimiento de Rodhine a los 26 años y en la que Publio Cornelio lo otorga la condición de persona libre.
La señalización conduce al visitante hacia las canteras de mármol descubiertas por el arqueólogo Miquel Martí, uno de los principales estudiosos de este enclave, donde la figura de un «picapedrer» ofrece una explicación de cómo se extraía la piedra en la época. La comercialización del mármol de estas canteras fue la principal fuente de riqueza de esta familia y su uso está muy extendido en el tramo de la villa excavado, aunque queda una gran superficie por investigar.
El transporte de la piedra a través de las carriladas -unos surcos en las rocas que canalizaban las ruedas de los carros- centra la última parada de la ruta «L’Énova, Terra Iuniana», donde espera al visitante una representación de un carro tirado por un animal.
El ayuntamiento ha aprovechado una subvención de la Conselleria de Turisme para señalizar esta nueva ruta que no podido presentar dadas las restricciones de la pandemia.
los guías de la ruta «terra iuniana». Las figuras de personas de la época caracterizan este nuevo itinerario cultural 1 Un «picapedrer» junto a la cantera
