Un bombero de Antella enseña a sofocar incendios y primeros auxilios en Senegal
Juan Carlos Teruel participa en un programa humanitario que ofrece preparación a comunidades locales ante situaciones de emergencias
No duda, no parpadea, es hombre de acción. Cuando a Juan Carlos Teruel se le ofreció la posibilidad de viajar a Senegal no la rechazó, aunque nada tenía que ver con unas reconfortantes vacaciones. Teruel, natural de Antella y afincado en Càrcer, es bombero. Pero, sobre todo, una buena persona. Y algo trotamundos. Aceptó, sin pensárselo demasiado, el reto de ofrecer formación sobre extinción de incendios y primeros auxilios en poblaciones donde los recursos materiales son más bien escasos. Salvar vidas es algo intrínseco en su profesión, pero para Teruel no es suficiente.
La hoja de servicios del antellense es impecable. También en lo que a labores humanitarias se refiere. A lo largo de los últimos años ha participado en innumerables misiones de colaboración internacional en diferentes regiones de Centroamérica y Sudamérica, en los campamentos de refugiados saharauis de Argelia, en Ucrania cuando estalló la guerra y ahora en Senegal. Y otros muchos. Eso son ejemplos puntuales en una vida entera de compromiso. Siempre con el objetivo de formar a comunidades locales sobre incendios estructurales y primeros auxilios.
Su viaje a Senegal empezó a tomar forma tras el llamamiento de auxilio de Papa Diegane, profesor en la universidad de Zinguichor. El centro educativo sufrió un pavoroso incendio que provocó grandes daños materiales. La ayuda llegaría a través de las ONG Bombers pel Món y Open Arms. Teruel hizo la maleta y se marchó junto a otros bomberos del Ayuntamiento de València, del cuerpo forestal de la Generalitat y una enfermera de La Fe.
Su primer destino fue el complejo educativo Escuelas Pías de África del Oeste, cerca de Dakar. «Nos recibieron centenares de niños y niñas de diferentes edades que nos dieron la bienvenida con un tierno y educado apretón de manos. Accedimos a un aula, que nos transportó a nuestra infancia en aquellos coles de pizarra, tiza y pupitre, donde dimos la formación», relata. La formación se centraba en: maniobras de reanimación cardiopulmonar, tratamiento de hemorragias, atragantamientos, así como inmovilización y posturas funcionales. «Nada más comenzar nos dimos cuenta del nivel de dificultad que nos íbamos a encontrar en cada comunidad debido a los diferentes perfiles (edad, nivel cultural, religión, sexo) y la barrera del idioma, pero se subsanó con alguna que otra risa y con la implicación y gratitud con la que reciben la formación», añade.
Desinfección de heridas con lejía
Teruel defiende que «la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino la que se hace de corazón a corazón». La escasez de medios era otro factor a tener en cuenta: «Una de tantas cosas que nos sorprenden enormemente es que, en las comunidades de Dakar, desinfectaban las heridas con lejía; donde nos encontramos ahora, en el sur del país, lo hacen con colonia, cuando lo correcto es hacerlo con clorhexidina».
Su labor prosiguió en la zona de Yeumbeuk, también en una aula. «El idioma se convierte en una barrera a batir, ya que es necesaria una doble traducción para hacernos entender, de castellano a francés y de francés a wólof, el idioma local de Senegal. ‘Al final, la pasión por enseñar y las ganas de aprender, consigue derribar estos muros’, pensamos», asevera el antellense. En esta ocasión, enseñaron a la población local a «usar medios de fortuna aplicados a los primeros auxilios: utilizar ropa para realizar un vendaje compresivo y taponar hemorragias, emplear una puerta como camilla para movilizar víctimas y servirse de un cinturón para efectuar un torniquete».
La siguiente etapa llevó a la expedición valenciana, ya sí, al complejo universitario de Ziguinchor, donde, durante varios días, ofreció su formación e, incluso, organizó un gran simulacro. «Teniendo en cuenta que la formación en este ámbito, previa a nuestra llegada, ha sido nula, y la falta de práctica, la experiencia resulta satisfactoria. Su enorme implicación es un aval de mejora con el tiempo», expone Teruel. Además de sus enseñanzas, los bomberos cedieron parte de sus equipos a las comunidades que visitaron para mejorar sus condiciones materiales frente a una situación de emergencias.
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