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Flix, en el Ebro, máximo ejemplo de malas conductas

El barrera en el curso del agua de los ríos que suponen las presas son magníficos lugares en los que se puede analizar hasta qué punto los cauces sirvieron, durante décadas, como cloacas para eliminar todo tipo de residuos, incluso los más contaminantes. En España, y por supuesto sin que tenga comparación con lo que haya podido ocurrir en Beniarrés, el máximo ejemplo es el pantano de Flix, situado en la cuenca baja del río Ebro. Allí se fueron depositando los lodos contaminados de la empresa química Ercros y, cuando la sensibilidad por el medio ambiente fue tomando fuerza, no hubo más remedio que analizar lo ocurrido y tomar medidas. El resultado fue que el fondo del pantano estaba lleno de productos químicos altamente contaminantes, incluyendo, como en Beniarrés, la presencia del peligroso mercurio. En la primera década de este siglo, siendo ministra de Medio Ambiente la socialista Cristina Narbona, se ordenó la redacción de un plan de descontaminación que pasaba por la extracción de gran parte de esos lodos y su traslado a vertederos controlados donde no pudiesen causar perjudicios al medio ambiente y a las personas. La inversión rondó los doscientos millones de euros. El Serpis y lo ocurrido décadas atrás con las industrias situadas en su cuenca alta es un pequeño ejemplo de esas mismas prácticas. Industrias papeleras, textiles, almazaras que usan productos químicos y residuos urbanos iban directamente al cauce, y la «herencia» de todo ello ha quedado depositada en el fondo del pantano de Beniarrés, que retiene sus aguas desde 1957 y que nunca ha sufrido un proceso de dragado significativo.

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