La falta de plantas de basura obliga a seguir pagando más por su tratamiento

El COR firma un convenio con Valencia Interior mientras la presidenta pide agilizar la ubicación y construcción de las instalaciones

La Safor, la Vall d'Albaida, la Costera, la Canal de Navarrés y el Valle de Ayora generan 125.000 toneladas cada año

La asamblea del pasado noviembre del COR en su sede de Xàtiva.

La asamblea del pasado noviembre del COR en su sede de Xàtiva. / Perales Iborra

Sergi Sapena

El Consorcio de Residuos de la Safor, la Vall d’Albaida, la Costera, la Canal de Navarrés y el Valle de Ayora (COR) acaba de renovar el convenio con el Consorcio de Valencia Interior para poder trasladar miles de toneladas de basura para que sea tratada en sus instalaciones.

Es, una vez más, el precio que hay que pagar por la ausencia de plantas de tratamiento y vertederos en el territorio del COR, algo que viene lastrándose desde hace más de diez años y que sigue siendo la asignatura pendiente de la entidad que desde hace unos meses preside la alcaldesa de Bellús, Susana Navarro.

 El convenio con Valencia Interior, que se suscribe por un periodo de tres años, supone pagarle algo más de un millón de euros, pero también existen acuerdos activos con otros consorcios de residuos valencianos, entre ellos el de Ribera-Valldigna, porque el COR carece de autonomía para gestionar sus basuras.

El acuerdo firmado ahora contempla el depósito de un máximo de 40.000 toneladas al año de residuos procedentes de la Safor y las otras cuatro comarcas que se trasladarían a complejos de Llíria y Caudete de las Fuentes. Durante este periodo se tratarán tanto los residuos urbanos mezclados como la Fracción Orgánica Recogida Separadamente (FORS), ha informado el Consorcio.

La iniciativa se ha realizado a petición del COR, dado que en la actualidad carece de instalaciones en su ámbito geográfico para valorizar y eliminar sus residuos, siendo esta una solución transitoria que se viene arrastrando desde hace más de una década.

El traslado de la basura a distancias medias y largas obliga a un gasto extra para el COR que, evidentemente, repercute en la factura que pagan todos los ciudadanos de las cinco comarcas. 

Cuando el pasado noviembre Susana Navarro asumió la presidencia del COR no ocultó que entre sus objetivos estaban desbloquear el necesario debate para que los representantes, elegidos por los ayuntamientos, la diputación y la Generalitat, determinaran cuántas instalaciones son necesarias para tratar las 125.000 toneladas anuales de basura que genera y comenzar los trámites para su construcción.

Según estima la presidenta, las necesidades del COR para autogestionarse pasan por la construcción de ocho plantas. Se necesita una planta de eliminación, un vertedero, cinco plantas de biorresiduos y una para voluminosos y restos de construcción y demolición. Para ello no solo se necesita mucho dinero, sino que también requiere de terrenos que los ayuntamientos deben ceder, lo que genera polémicas por las posibles molestias que puede causar a las áreas cercanas pese a la que tecnología actual permite construir instalaciones en polígonos industriales sin ninguna afección al medio ambiente.