La peor sequía en el Serpis desde 2016 mata los ecosistemas fluviales

El agua deja de correr en todos los cauces salvo el tramo de Beniarrés a Beniflà gracias al suministro a las comunidades de regantes

El pantano pierde un hectómetro cúbico al mes y no alcanza para suministrar agua de riego todo el verano

Ecologistas ya plantean la posibilidad de rescatar fauna fluvial

Sergi Sapena

La bajísima pluviometría que se registra en toda la cuenca del río Serpis desde la primavera del año pasado ya ha situado las condiciones de sequía como las peores en la última década. Concretamente fue entre 2015 y 2016 cuando el área del Serpis, que abarca parte de las comarcas de l’Alcoià, el Comtat, la Marina Alta, la Safor y la Vall d’Albaida, vivió escenas dramáticas por falta de agua, con gravísimos daños en los ecosistemas, especialmente en los entornos fluviales.

Ahora, con más de un año sin lluvias significativas, la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha certificado la situación de emergencia. Toda la cuenca del Serpis sufre sequía grave a las puertas del verano, cuando las precipitaciones son más escasas, las temperaturas más elevadas y las necesidades de agua, tanto para la agricultura como para el consumo humano, requieren un aporte mayor.

En la Safor el escenario que dibuja esta situación supera el ámbito de las estadísticas y deriva en dramas ambientales. Solo el río Serpis, gracias a los aportes del pantano de Beniarrés destinados al riego agrícola, mantiene un mínimo caudal que se pierde definitivamente entre los términos de Beniflà y Beniarjó. A partir de ahí el cauce permanece completamente seco y ha desaparecido el rico ecosistema que se desarrolla en ambientes fluviales.

Desde los veranos de 2015 y 2016 tampoco se había visto el escenario que ahora aparece en el río Vernissa, que suma su caudal al Serpis entre Beniarjó y Almones. Más bien sumaba, porque desde hace meses el agua se perdió a partir de Palma de Gandia, y río arriba, en estos momentos el cauce presenta un sinfín de balsas inconexas entre sí y cada vez más pequeñas, donde perece fauna fluvial y de la que huyen otros animales que precisan la existencia de agua para su ciclo natural. Los barrancos que lo alimentan, desde Pinet a Montitxelvo pasando por Llocnou de Sant Jeroni, Almiserà, Ròtova o Alfauir, se secaron hace mucho.

En esta situación que ya es de emergencia, la CHJ, como acaba de hacer en el río Albaida, ha solicitado a las comunidades de regantes que se preparen para dos escenarios. Uno, inmediato, es que apliquen programas de ahorro y que aprovechen hasta la última gota. El pantano de Beniarrés, que pierde un hectómetro cúbico al mes, no podrá suministrar todo el verano si no llueve en la cuenca alta del Serpis. La otra petición es que se preparen todos para recurrir a los pozos y a los acuíferos subterráneos que, igualmente, presentan un elevado ritmo de descenso.

En la vertiente ambiental, son las entidades ecologistas las que hace una década se pusieron manos a la obra para salvar fauna fluvial, especialmente especies como la anguila, que está protegida y en riesgo de desaparición. Ahora ya se plantean repetir aquellas acciones.

El escenario de sequía se extiende por otros ecosistemas. En muchos montes los árboles presentan un color de «sufrimiento» por estrés hídrico y es evidente el riesgo de que a lo largo del verano se puedan secar miles de ejemplares. En los marjales litorales el agua, cada vez más escasa, se degrada, y también allí los ecosistemas sufren riesgo de colapso.

El peor escenario para el incendio de Montitxelvo-Ador

El pasado mes de noviembre, a causa de un fallo en una torre eléctrica situada en Montitxelvo, se originó un incendio forestal que arrasó 2.500 hectáreas de suelo forestal en varios términos municipales de la Vall d’Albaida y la Safor. Parte de esa zona ya se había quemado diez años antes, pero al producirse en noviembre se tenía la confianza de que las lluvias de invierno y primavera propiciaran a una rápida recuperación de la rica flora y fauna que allí habita.

Este episodio de sequía, sin embargo, arruina aquellas expectativas. La falta de agua ha frenado la recuperación ambiental en todos los sentidos, de manera se tardará mucho más en volver a presenciar aquel bosque y sotobosque mediterráneo en el que se desarrolla una enorme biodiversidad.

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