Un pequeño olivo bien cuidado, con un tronco fino y copa podada en forma circular fue plantado ayer en la plaza del Tribunal de las Aguas, la que conecta la iglesia de Santa María del Mar con las Atarazanas. Se convirtió ayer en un símbolo de rebeldía por el presente: las masacres que son el día a día en Siria. Por eso, el representante de la comunidad católica de este país en València, George Ibrahim, expresó su deseo de regresar el año próximo «para plantar otro que simbolice el final de la guerra en nuestro país». Las cofradías de Semana Santa adscritas a la parroquia de Santa María del Mar, impulsados por la Hermandad del Cristo del Grao, acordaron terminar sus actos matinales de Domingo de Ramos con un gesto de buena voluntad: plantar el árbol y hacer una oración por la paz y la seguridad de los hermanos cristianos de este país. El acto redobló su significado cuando se enteraron de los atentados sufridos por otros cristianos, los coptos, en Egipto.

Una oración de «que recuerde las aberraciones que se producen en Siria» dijo el párroco de la iglesia, José Vicente Calza, mientras que Ibrahim recordaba que «el terrorismo ataca sobre todo a las comunidades cristianas el mundo árabe y a otras minorías. Necesitamos acabar con esta barbarie y que podamos escribir la historia de otra manera, sin vencedores ni derrotados, simplemente viviendo en paz». Son cerca de 250 los cristianos sirios que residen en València, algunos de los cuales, incluyendo muchos niños, acudieron al acto. Las autoridades parroquiales, los representantes de las cofradías y la concejala Sandra Gómez completaron la ceremonia echando cada uno una palada de tierra sobre el árbol, en el que se podía leer el mensaje de mismo en diferentes idiomas.