Anabel Blancas, Valencia

El Palau Joan de Valeriola de Valencia, sede de la Fundación Chirivella Soriano, inaugura hoy una exposición dedicada al artista fallero Manolo Martín, referente de la modernidad y la renovación del arte valenciano, fallecido en 2005. La muestra Fuego en la ciudad recuerda el universo del artista y «supone el reconocimiento de su obra, de su valía y su aportación. Es un personaje con el que la ciudad tenía contraída una deuda y era el momento de saldarla», señaló el comisario de la selección, el arquitecto Rafael Rivera.

La exposición recorre las tres plantas del palacio, abarcando distintas etapas del artista que van desde sus obras más relevantes como la Dama Ibérica de Manolo Valdés [cuya maqueta original se ha convertido en su obra póstuma], pasando por objetos, piezas [un gran Cid da la bienvenida], maquetas [Teatro de Sagunto, IVAM y La Beneficencia] y fallas, hasta sus colaboraciones más significativas con artistas como Javier Mariscal, Sigfrido Martín Begué, Chema Cobo, Francis Montesinos, Miralda, Sento, Paco Bascuñan, Quino o Miquel Navarro.

Rivera que colaboró con Martín en proyectos como el del Gulliver [que también se expone]o el de la Dama Ibérica, señaló que esta muestra pretende resaltar «el papel que Manolo Martín tuvo como introductor de la modernidad ya que convulsionó el espacio público, la calle». Según el arquitecto, Martín se definía a sí mismo como «un artesano, vinculado al mundo de las fallas, y que dio el salto a otras disciplinas, conjugando pintura, escultura, arquitectura, escenografía y dibujo, transformando todos los espacios». «Fue un artista completo, del Renacimiento» , resaltó. Y que a título póstumo recibió la Medalla de Bellas Artes de San Carlos.

Esta exposición ha sido posible también gracias al interés de la Fundación Chirivella Soriano. El coordinador de la exposición, Rafael Tejedor, que destacó la conversión del Palau de Joan de Valeriola en un museo de arte contemporáneo, el primero de titularidad privada en Valencia, explicó que la idea de hacer este homenaje surgió «a finales de 2006 tras hablar la familia con el hijo de Manuel Martín». En pocos meses la muestra es ya una realidad que hoy prevé congregar a una gran representación de la vida cultural e institucional de Valencia.

Una «vía« para el mundo fallero

El hijo de Manolo Martín ha sido el otro puntal de la exposición que ayer, durante los últimos preparativos, aseguró sentirse «orgullosísimo». «Mi padre ha dejado un legado a todo un mundo artesano, fallero o no fallero. Ha abierto una vía, un enlace que no existía entre el artista fallero y las otras disciplinas de las artes plásticas». Martín destacó como la etapa más prolífica de su padre, la que comprende desde 1985 a 1988 porque «es cuando mi parte comenzó a colaborar con gente de fuera de las fallas y la rotulación. Fue el punto culminante de su trayectoria».