La misteriosa historia del nicho 1501 del cementerio de València

A veces la realidad supera a la ficción, y es que este relato parece sacado de una película de suspense

El nicho 1501 del cementerio de València esconde una historia de un misterioso amor, o quizás mejor dicho se trataría de una obsesión. A veces la realidad supera a la ficción, y es que este relato parece sacado de una película de suspense.

La historia comienza en 1877. Vicente García Valero, un joven actor valenciano de 20 años, había perdido a su amada, Emilia Vidal Esteve, también una joven valenciana que falleció con tan solo 18 años por unas fiebres.

Emilia tuvo que ser enterrada en una fosa común debido a que su familia no tenía dinero para costear el precio de un nicho. Vicente, abrumado por el dolor, decidió sobornal al sacerdote para que sacara a su amada de ese agujero, y pagó nada más y nada menos que 50 pesetas para sobornar al cristiano, que por entonces era una suculenta cantidad.

La exhumación se llevó a cabo finalmente el 24 de diciembre de 1877, y el cuerpo de la joven fue trasladada al nicho número 1501 del cementerio valenciano. Hasta aquí no hay nada que llame la atención, ya que solo se trataría de un enamorado que quiere que su amada tenga un entierro digno.

Sin embargo, en el momento en que extrajeron el cuerpo de Emilia de la fosa común, Vicente dijo que la joven "parecía dormida", cuando en realidad llevaba semanas muerta y su estado de descomposición sería más bien avanzado. Desde ese momento el enamorado pagó todos los años para que el 1 de noviembre limpiaran el nicho y lo adornaran con flores.

Esta historia la conocemos porque quedó reflejada en las memorias de Vicente, que quedaron plasmadas en un libro llamado Páginas del pasado. Además, una investigación llevada a cabo por Rafael Solaz sobre este relato ha dado lugar a otro libro: Nicho 501. Teatro, amor y muerte.

El actor se casó entonces con una de las hermanas de su amada, Ángela, con la que tuvo una hija a la que le puso el nombre de su difunta esposa, Emilia. La suerte tampoco acompañó a este matrimonio, ya que su nueva mujer también murió a los pocos años, al igual que la pequeña, que abandonó este mundo con tan solo cuatro años.

Otro dato un tanto misterioso de esta historia es que, el mismo día en el que falleció su hija, el actor abrió la puerta al cartero con la niña muerta en sus brazos. El hombre le preguntó si la pequeña dormida, a lo que Vicente espetó: "No, está muy dormida, está muerta".

Después de la muerte de Ángela, el protagonista de esta historia se casó con otra de las hermanas, esta vez con Amparo. Con ella fue con la que se marchó a vivir a Madrid, donde siguió con su pasión por el teatro. No obstante, la tristeza le abrumaba al estar alejado del que había sido siempre su gran amor, ya que a pesar de poder permitirse pagar a alguien que se encargara del mantenimiento del nicho 1501, la distancia le impedía poder visitarlo personalmente.

Un día su situación económica dio un vuelco y el actor comenzó a atravesar una situación complicada, por lo que no podía enviar dinero a València para que cuidaran de la tumba de su amada. Pese a esto, parece que Emilia le devolvió tras su fallecimiento toda la dicha que no pudo ofrecerle por su temprana muerte.

Vicente pasó por una administración de lotería que se encontraba cerca del teatro Apolo y compró un décimo con la terminación en 1501 para el día 10 de octubre del año 1912, y la fortuna se puso de su lado, y el número de su papeleta fue el premiado. Le tocaron 6000 pesetas, que por aquel entonces era toda una fortuna, lo que le permitió al valenciano continuar pagando el mantenimiento de la lápida de Emilia hasta el día de su muerte el 12 de octubre de 1927.

Según las investigaciones realizadas por Rafael Solaz, en el nicho 1501 reposa no solo Emilia, sino también la madre de Vicente y el cuerpo de un niño pequeño que no se ha logrado identificar. Por su parte, se cree que el cuerpo del artista debe estar enterrado en la capital de España, debido a que no aparece en el registro del Cementerio Municipal de València.

Uno de los datos más curiosos es que, al parecer, alguien dejó unas flores en el nicho 1501 en noviembre de 2015. Es muy improbable que se trate de algún familiar debido a los años que han pasado desde que ocurrió toda esta rocambolesca historia. Por lo tanto, es probable que haya sido alguna persona conocedora del amor de Vicente por Emilia, y que decidiera tener ese pequeño detalle.