La UV y la UPV crean la primera empresa que venderá detectores de drogas de sumisión química

Las dos universidades públicas se han aliado en la ‘spin-off’ Optical Sens SL junto a la consultora TRL+

Los investigadores del instituto IDM trabajan con sensores y biomarcadores con usos en los ámbitos de la salud, la farmacología, la química, la agroalimentación o la contaminación

Botellón en València.

Botellón en València. / Eduardo Ripoll

Las dos universidades públicas de València han firmado, por primera vez, una alianza que es la máxima expresión de la transferencia de conocimiento a la sociedad. Esta es una misión que siempre repiten las instituciones de estudios superiores y que, a partir de ahora, ha dado un paso más.

Por primera vez, la Universitat de València (UV) y la Universitat Politècnica de València (UPV) han constituido una spin-off, con el objetivo de que el trabajo en el laboratorio se concrete en productos que lleguen a la ciudadanía.

La empresa incipiente se llama Optical Sens SL, surge del trabajo realizado por el Institut Interuniversitari d’Investigació de Reconeixement Molecular i Desenvolupament Tecnològic (IDM), y también se ha sumado la empresa TRL+. Los rectores José Capilla (UPV) y Mavi Mestre (UV), y Luís Morró, el CEO de TRL+, han suscrito el acuerdo, en un acto al que también asistieron los investigadores e investigadoras.

La nueva empresa tiene como misión comercializar sensores químicos y biomarcadores que satisfagan de forma rápida soluciones en diferentes ámbitos. Su primer producto, que será una tecnología para detectar drogas de sumisión química añadidas a bebidas. Sobre esto, un grupo de investigadores de la UV que forma parte del IDM (MODeLiC) ya ideó en 2020 un sistema de sensores que cambian de color ante la presencia en la bebida de ácido y-hidroxibutírico (un amnésico), idea sobre la cual siguieron trabajando.

La primera empresa en sacar tests de drogas en bebidas

Margarita Parra, directora del IDM y catedrática de química orgánica, explica que lo que se proponen crear ahora es «un kit multidroga para saber si una bebida está contaminada, o no, y por qué droga, por un lado para prevención, y por otro para usarlo como prueba de un delito en un futuro».

Sobre esto último, de hecho, están en un proyecto europeo con institutos forenses y cuerpos policiales de diferentes países. La investigadora explica que se barajan diferentes opciones, como «un posavasos; una tira que en contacto con la bebida dé una respuesta; o tests parecidos a los del covid u otros sistemas que se mojen con una gota de la bebida». En todo caso, se podrían emplear a temperatura ambiente y por cualquier usuario.

Cuando esto sea una realidad, Optical Sens SL será la primera empresa en poner en el mercado esta solución, después de llevar más de seis años trabajando en ello, lo que permitirá que quien lo desee «disfrute del ocio de manera libre», apunta Luis Morró.

Detectar el envejecimiento

Otra área en la que también presentarán novedades en un futuro próximo es en la de sensores de senescencia, relacionados con el inicio del envejecimiento. En este caso, servirían para detectar «células senescentes en el organismo, lo que sería el primer paso para el envejecimiento neurológico», y serviría para «prevenir todo tipo de enfermedades e hipoxias», al relevar «parámetros relacionados con algunas enfermedades». «Si un sensor rápido lo detecta y te dice que hay tejidos y celulas en esa situación, sabes que está evolucionando una enfermedad», añade.

Pesticidas y armas químicas

Pero no solo en estos ámbitos, los sensores y biomarcadores que desarrollan en el IDM y que podrían ver la luz ahora con la spin-off también se pueden aplicar a los sectores agroalimentario, el farmacológico o la industria química, además de las áreas de la salud o la seguridad higénica-sanitaria. Algunos ejemplos que pone Parra son poder detectar si hay alimentos están contaminados por pesticidas; si se han utilizado ciertas armas químicas en una guerra; o si hay situaciones de contaminación elevada con gases peligrosos.

«Todos nuestros sensores son ópticos, se basan en el cambio de color o la fluorescencia y, por eso, son mucho más rápidos. Se pueden usar in situ y son un primer análisis rápido y fiable, lo que nos interesaba, porque tanto de aire como de agua hay muchos laboratorios, pero hay que coger las muestras y llevarlas».

La creación de la empresa y ver unidas dos instituciones tan grandes como la UV y la UPV es, para la directora del IDM, «un logro inimaginable». «Tenemos a mucha gente haciendo tesis doctorales y trabajando en estos temas y es un paso más en su desarrollo profesional, porque podrán ver cómo sus investigaciones dan frutos y llegan al mercado y a tener una aplicación práctica».

Para las universidades, es el camino a seguir. José Capilla apunta que «las instituciones educativas tienen que trabajar más profundamente en la transferencia del conocimiento a la sociedad»; mientras que Mavi Mestre señala que el acuerdo «es una prueba de la relación entre la universidad y la sociedad a través de la investigación y la generación del conocimiento, lo que permitirá mejorar la calidad de vida de las personas».