‘Los bailarines fallecidos por sida hubiesen sido mis referentes’

El coreógrafo Aimar Pérez homenajea en La Mutant a los artistas que murieron por esta enfermedad

"The Touching Community" llega a La Mutant.

"The Touching Community" llega a La Mutant. / Levante-EMV

Saray Fajardo

Saray Fajardo

En octubre de 1981 se detectó el primer caso de sida en España, concretamente en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona. A partir de ese momento, esta infección se fue extendiendo a lo largo del país y, a su vez, se fue llevando muchas vidas por delante. El mundo de la danza fue uno de los más dañados por esta enfermedad. Aunque ya han pasado más de cuatro décadas, esta enfermedad sigue siendo tabú en la sociedad actual a pesar de que, como señala la revista digital EresVIHda, se estima que, en nuestro país, actualmente viven con VIH entre 1360.000 y 162.000 personas. Además, el 7% desconoce su estado.

Romper barreras

Ante el desconocimiento, el bailarín, coreógrafo, investigador y escritor catalán Aimar Pérez Galí ha decidido romper todas las barreras en torno al sida a través del espectáculo «The Touching Community», que se celebra este domingo en La Mutant y que pretende homenajear a todos los bailarines fallecidos por el VIH. «En la danza, muchos hombres son homosexuales y, por lo tanto, tenía sentido que muchos hubiesen muerto por el VIH.Era un miedo que estaba presente en nuestro sector», señala. 

Pérez decidió iniciar esta investigación en Barcelona el pasado 2015. El artista, que había vivido durante diez años en Holanda, conoció al bailarín Óscar Dasí tras su regreso. Dasí se encontraba preparando una obra, en la que había un altar con velas y fotografías de amigos bailarines fallecidos a los que pretendía rendirle un homenaje. «Me di cuenta que esa era la generación que yo hubiese tenido como referencia y que, por desgracia, habíamos perdido», lamenta el escritor. Añade: «No entendía por qué no se conocía esta historia». A partir de ese momento, se puso en contacto con algunos artistas supervivientes para indagar más en torno a la enfermedad y el contexto. Para muchos de ellos, y a pesar del paso del tiempo, este tema seguía siendo tabú. «Era la primera vez que hablaban de esto, habían construido un muro para protegerse y, por lo tanto, la historia no había salido a la luz. Había sido muy doloroso y conocerlo también lo fue para mí», indica. 

Durante el proceso, Pérez estuvo escribiendo cartas «que nunca llegarían a su destino». «No sabía qué hacer con todas estas historias porque, lamentablemente, la historia de la danza está escrita por gente que no es bailarina y la del VIH por gente que no lo ha vivido», indica. 

El bailarín, como parte de su investigación, visualizó varias conferencias sobre el tema. En una de ellas, un paciente explicaba cómo aprender a convivir con la enfermedad. «En esa idea de romper barreras vi una analogía con la danza», recuerda el artista, quien añade que «mientras la danza era sinónimo de contacto, el sida era todo lo contrario». 

Pérez empezó a trabajar con cuatro bailarines de diferentes generaciones para desarrollar una danza de tacto, la cual se había prohibido con el VIH. «Se trata de un trabajo íntimo y afectivo, que aborda una época sin visibilidad. A pesar de ello, fue una comunidad que se hizo fuerte en un momento de gran debilidad a través del tacto y el contacto, que se convirtieron en una herramienta de supervivencia», explica. 

El laboratorio «The Touching Community», en versión extendida, llega a La Mutant para hacer partícipes a todas las personas inscritas, ya sea gente vinculada a la danza o interesada en el tema. «No es necesario tener una técnica o conocimiento, sólo es necesario sentir el deseo de explorar el cuerpo a través del tacto, un sentido al que no le hemos dado mucha importancia», concluye el artista, quien reconoce que es un proyecto muy sorprendente para el grupo. 

Suscríbete para seguir leyendo