«Es un maratón para disfrutar, corres durante 42 kilómetros acompañado por niños», resume Antonio José González, días después de haber participado en la prueba organizada por la ONG Street Child en Sierra Leona para recaudar fondos. Y es que, esta carrera, en pleno ambiente tropical en el corazón de África, es completamente distinta a las más conocidas que se celebran en megaurbes distribuidas por todo el mundo como pueden ser las de Nueva York, Boston, Berlín o Tokio.

En primer lugar, Sierra Leona es un país que mantuvo una larga guerra civil que duró desde 1991 hasta 2002, por lo que «las carreteras son todavía prácticamente inexistentes», según narra González. Gran parte del trayecto se realiza sobre tierra o gravilla, lo que unido a la humedad y el calor de ese punto del planeta, no permite las mejores condiciones para una prueba de este calado.

Sin embargo, los participantes viven una experiencia única, provocada por el ambiente que proporcionan cientos de pequeños que se vuelcan con los corredores. «Los niños te intentan tocar y te cogen de la mano, ya que muchas veces ni siquiera habían visto antes a un hombre blanco», explica González, quien además recuerda una situación peculiar con el agua. En muchos casos, los corredores preferían no beber agua para poder dársela a los habitantes de la zona, puesto que no es un lugar en el que el agua potable abunde. «Ellos la necesitaban más que nosotros», añade.