La repetición parcial del juicio por abusos sexuales a una menor tutelada contra un educador del centro de menores en el que se encontraba interna ha servido simplemente para poner de nuevo en cuestión el testimonio de la víctima, como si fuera a ella a quien se estuviera juzgando y no al acusado, exmarido de la vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra. No obstante, el contundente testimonio de la psicóloga forense del Instituto de Medicina Legal de València que exploró a la menor y la fiscal con su interrogatorio han desarmado los dos informes realizados a instancias de la propia conselleria y que no daban credibilidad a la adolescente, que tenía catorce años cuando se produjeron los hechos entre 2016 y 2017. De hecho, la fiscal incluso ha solicitado una mayor pena para el educador, al considerar que actuó con prevalimieto al haberse aprovechado de su condición para entrar por la noche en la habitación de su víctima y haber abusado sexualmente de ella.

Son precisamente dichos informes, uno elaborado por la dirección territorial de la conselleria y el otro por el Instituto Espill, tras una solicitud de Políticas Inclusivas cuando el caso ya estaba judicializado, los que motivaron que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana anulara la condena de cinco años impuesta a Luis Eduardo R. I. y ordenara que el mismo tribunal que lo juzgó valore de nuevo las pruebas periciales, entre ellas estos dos informes que no se valoraron en la anterior vista oral al no aportarlos ninguna de las partes.

La fiscalía ha modificado hoy sus conclusiones y considera que los abusos son continuados y agravados. Mientras que la defensa, que solicita la libre absolución, plantea que en caso alternativo si se le considera culpable, se le apliquen las circunstancias atenuantes de dilaciones indebidas y reparación del daño, al haber abonado el acusado 6.000 euros en concepto de responsabilidad civil.

El relato de los hechos

El acusado, que trabajaba en el turno de noche en dicho centro de menores de València, ha vuelto a reconocer que entró en la habitación de la menor y que le hizo masajes en la cabeza para que se relajara, pero niega cualquier tipo de tocamiento de índole sexual. Asimismo, asegura que no tuvo ningún problema con ella. La defensa ha solicitado en cuestiones previas tomar declaración nuevamente a la menor, pero la Sección Segunda de la Audiencia Provincial lo ha desestimado para evitar una doble victimización, al contar ya con su testimonio realizado durante el juicio celebrado en noviembre de 2019.

La psicóloga del IML de València -única de las periciales que ha declarado en el día de hoy que no depende de Igualdad- ha remarcado que el informe del Instituto Espill en el que se duda de la veracidad de los abusos “es inconsistente”. Asimismo ha argumentado que la niña ofrece un “relato concreto y claro”, que siempre ha dicho básicamente lo mismo y que no incurre en contradicciones.

La perito ha indicado que otro indicador más que otorga credibilidad a la víctima es que en ningún momento se apreció que tuviera intención alguna de exagerar los hechos, manifestando que los tocamientos fueron por encima de la ropa. “Incluso no los consideraba una agresión sexual al no haber una penetración”, ha aclarado.

Respecto al carácter rebelde y agresivo de la víctima que han alegado las autoras de los otros dos informes, la psicóloga del IML refrenda que “ante esa aparente dureza y coraza, comprensible porque se trata de una menor tutelada sin referentes familiares”, la menor presenta “un perfil de personalidad estable” y atribuye su rebeldía a la desconfianza que le genera tener que estar siempre a la defensiva.

De igual modo sostiene que “es imposible sacar una conclusión de que no es creíble su testimonio porque no se pueden aplicar criterios de credibilidad al no haber un relato libre”, en referencia en todo momento al informe del Instituto Espill, ya que en su caso sí que pudieron explorarla con plenas garantías. Además argumenta que el método empleado en las entrevistas realizadas dicho Instituto no es el adecuado. “En ningún momento la psicóloga consigue establecer una confianza necesaria para que la víctima se abra y cuente todo lo ocurrido”. Pese a ello, la psicóloga forense afirma que analizando el informe aportado, la menor sí que da detalles e información concreta que no se valora en el mismo.

 Por su parte, la psicóloga del Instituto Espill que realizó el informe en noviembre de 2017, a instancias de la Conselleria de Políticas Inclusivas, ha reconocido que no lo remitieron al juzgado sino a la propia conselleria que se lo había solicitado, de ahí que dicha prueba no constara en la causa. Según ha explicado, realizaron tres entrevistas a la menor, quien se mostró en todo momento poco colaboradora – no es extraño teniendo en cuenta que ya había declarado previamente lo mismo a personal del centro y de la conselleria y nadie la creía - y llegaron a la conclusión de que el testimonio era poco creíble, al apreciar “imprecisión, falta de detalles, contradicciones y discrepancias”.

Ausencia de animadversión hacia el acusado

Pese a estas conclusiones, desarmadas hoy por la psicóloga forense del IML de València, la especialista del Instituto Espill recomendó atención psicológica y hacer un seguimiento de la menor, a la que califica en su informe de “desafiante, insolente y carente de emoción” al relatar los hechos. La perito ha reconocido que la menor no quería que le pasara nada malo al educador acusado, y que no mostraba rechazo ni rabia hacia su presunto abusador, lo cual descarta cualquier posible animadversión hacia el denunciado.

De igual modo, la técnico de la dirección territorial de la conselleria, que hizo un informe posterior al del Instituto Espill, también considera poco creíble el testimonio de la menor, quien según ella "primero dijo que le habían tocado los pechos, luego que el educador la masajeó y le cogió la mano para masturbarse con ella". No obstante, la fiscal con sus preguntas ha desmontado que la menor incurriera en contradicciones y se la testigo ha acabado reconociendo que sí constaba en el informe tanto unas manifestaciones como las otras.

Hoy también ha declarado la psicóloga del centro de menores donde se produjeron los hechos, cuyo testimonio se ha centrado, como ya hizo la propia directora, en tratar de justificar a la dirección por no haber informado a la Fiscalía de Menores en febrero cuando tuvieron conocimiento, a través de un centro de día que gestionaba los recursos económicos del padre de la menor, de los supuestos abusos que sufría la niña por parte de uno de sus educadores. Por ello el caso no llegó a judicializarse hasta que meses después de que les llegara la información, ya en el mes de junio de 2017, la víctima le contara a dos agentes de la policía autonómica, que la localizaron tras una nueva fuga, que un educador estaba abusando de ella. “Se puso en conocimiento de la dirección territorial de la conselleria, pese a que no se apreció ningún indicio de que lo contara fuera cierto”, ha alegado la trabajadora- Ésta perito también ha tratado de desacreditar el relato de la víctima insistiendo en su supuesta impulsividad. "Era una niña que podía ser muy melosa si quería algo, pero que podía ponerse muy brava".

Los hechos se remontan a los años 2016 y 2017, cuando la víctima estaba interna en un centro de acogida de València desde que fue declarada en situación de desamparo. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial consideró probado que el educador acudía a la habitación donde dormía la menor y le masajeaba la zona del cuello ante la petición de la niña, que tenía dificultades para conciliar el sueño. Una vez creía que estaba dormida, le cogía la mano y se masturbaba con ella, todo ello según la versión que ha mantenido inalterable la víctima durante todo este tiempo.