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"La habitación estaba llena de sangre y Cristina tenía un cuchillo clavado"

El inspector de policía que llegó en primer lugar al lugar del asesinato de Conde Altea describe una escena del crimen terrorífica - La víctima le confesó a una amiga que "se subía por las paredes" por el agobio que sentía

"La habitación estaba llena de sangre y Cristina tenía un cuchillo clavado"M. Falcó

Durante la segunda sesión del juicio contra el abogado y profesor universitario Alberto L. H. por el asesinato Cristina B. M. en su casa de la calle Conde Altea se ha podido escuchar la descripción de la escena del crimen. El inspector de Policía Nacional que llegó al ático del número 33 de la céntrica vía valenciana explicó cómo hallaron la estancia en la que se encontraba el cadáver de la joven: "La habitación estaba llena de sangre y desordenada. La víctima permanecía inmóvil y tenía un cuchillo clavado en la sien". Por este crimen machista la Fiscalía y la acusación particular piden 25 años de cárcel para el acusado mientras que su defensa solicita 10 años.

Era la mañana del 4 de diciembre de 2021. Esa misma madrugada la hermana de Cristina había presentado una denuncia ante la Policía Nacional en Madrid alertada por la falta de noticias de su hermana. Ya por la mañana, la madre de la víctima se puso en contacto con el padre de Alberto para ir al piso de Conde Altea ya que la geolocalización del móvil de trabajo de Cristina avisaba de que se encontraba en la casa del acusado. Hasta la vivienda se desplazaron ellos dos junto con el hermano de Alberto y un primo de Cristina, policía local de una localidad cercana a València. Una vez subieron al ático, ubicado en la séptima planta descubrieron la terrible escena.

"Cristina necesitaba hacer planes porque estaba que se subía por las paredes"

"En el portal nos encontramos con el hermano de Alberto, estaba en shock. Le hice varias preguntas pero no llegó a contestar por el estado de nervios que tenía", ha narrado el inspector. Cuando subieron al piso el primo de la víctima que se identificó como policía, les indicó dónde estaba el cadáver. "Recuerdo mucha sangre y la cama deshecha", ha rememorado el policía. En el lado izquierdo de la cama, tirada en el suelo y con un cuchillo clavado en la sien estaba Cristina. Más tarde, la Unidad de Policía Científica, encontró en la cama un segundo cuchillo de sierra de gran tamaño con restos de sangre, un tercero de hoja lisa y unas tijeras bajo el cuerpo de la joven.

Tras inspeccionar el resto de la casa, le llamó la atención una celosía de la terraza interior que estaba retirada. El agente se asomó al deslunado y vio la uralita del techo del almacén del restaurante. "Tenía un agujero de gran tamaño. Y lo primero que pensé, por una cuestión de experiencia profesional es que el autor se había suicidado, suele ocurrir en hechos de esta gravedad, los autores lo hacen y luego se suicidan", puntualizó el testigo en su declaración. "Tenía casi claro que cuando bajara me iba a encontrar ahí el cuerpo", pero no fue así.

Sin embargo al llegar al restaurante italiano, una vecina le preguntó extrañada a qué se debía "otra vez" la presencia policial. Ahí es cuando sale a luz la actuación que la misma Policía Nacional había llevado a cabo el día anterior por un supuesto robo. Cabe recordar que el asesinato de Cristina ocurrió el día anterior, 3 de diciembre, y por la mañana de ese día Alberto trató de huir deslizándose por el deslunado pero acabó cayendo desde una altura de 5 metros hasta el restaurante del bajo. La excusa de su presencia allí ante la policía fue que había intentado robar.

"El cocinero del local me enseñó la foto que le había hecho al ladrón el día anterior", al preguntar al hermano de Alberto le confirmó la identidad del supuesto ladrón. "Y atamos cabos". Al saber que este se encontraba ingresado en el hospital Doctor Peset ordenó que una patrulla fuera hasta el centro hospitalario y le leyeran sus derechos porque estaba implicado en un delito de asesinato u homicidio.

Una "inusual" cita con la psicóloga

La terapeuta y psicóloga de Cristina ha sido otra de las testigos que ha declarado en el juicio. La última cita que tuvieron juntas fue el 17 de noviembre. "Solíamos vernos cada mes o mes y medio. Sí me había hablado de Alberto pero no nos deteníamos mucho sobre él. Lo último que me dijo es que pensaban en irse a vivir juntos por una cuestión práctica", ha declarado.

La psicóloga, que describió a Cristina como una chica independiente y autónoma, hizo hincapié en un detalle que le resultó extraño. "Me llamó el 1 de diciembre para pedirme otra sesión. Me pareció inusual que me pidiese hora solo dos semanas después desde la última cita".

Esta disminución en los plazos podría tener su explicación en la sensación de "agobio" que iba experimentando la víctima con motivo de su relación. "Me dijo que estaba agobiada porque él se apuntaba a todos los planes. Los últimas veces era más complicado quedar con ella porque siempre estaba él", ha dicho una de las amigas de la falla de Cristina."Necesitaba hacer planes porque estaba que se subía por las paredes, me dijo".

Uno de esos planes a los que Alberto se "acoplaba" era un viaje a París que Cristina hizo para visitar a una amiga y al que se sumó su asesino. Esa escapada a la capital francesa supuso un punto de inflexión. "Ella empezó a agobiarse", señaló una de las íntimas amigas de la víctima, quien recordó un capítulo que le llamó poderosamente la atención el día que conoció a Alberto en una cena en el ático de Conde Altea.

"Estábamos sentados en la terraza cenando y la postura física de él me llamó la atención. Estuvo toda la noche encima de ella besándola, literalmente". Algo que llegó a incomodar a los invitados a la mesa.

Este especie de marcaje era habitual según relatan los testigos. Desde besos y abrazos continuos durante un partido de pádel "no era una situación que se prestase a eso, la verdad", ha dicho una de las amigas. La empleada del hogar que testificó ayer también se percató del excesivo contacto físico que el acusado buscaba con la que era su pareja. "Fui a que me hicieran un 'tour' por la casa para ir a limpiar y él la tenía todo el rato cogida del brazo o del cuello", algo que extrañó a la mujer.

Una relación a dos ritmos

Otra de las características que destacan los allegados de la joven Cristina es que en la relación ambos iban a ritmos diferentes. "Él estaba enganchadito y ella dejaba que todo fluyera", explica una de las amigas de la fallecida.

"Él estaba muy enamorado y quería ir muy rápido, y ella necesitaba más espacio. Si es que por él se casaban ya", comentó una de las testigos. La palabra agobio no ha dejado de pronunciarse durante las dos jornadas del juicio.

Tanto es así que si bien Cristina aseguraba que la trataba bien, el hecho de que él se apuntara a todos los planes que organizaba con sus amigos empezó a generar en ella una sensación de atosigamiento y la idea de dejar la relación, de apenas tres meses, como ya le mencionó a algunos de sus conocidos.

La hermana de Cristina también hizo referencia a los dos ritmos de la relación cuando el lunes declaró que Alberto se enteró de que la inmobiliaria donde la joven trabajaba estaba buscando gente para contratar y él le insistió en que le buscara trabajo en la misma empresa. “Si estaba agobiada ya estoy empezando a agobiarme más. No puedo estar 24 horas con él pero no sé cómo decírselo". Ella solo necesitaba más espacio.

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