El crevillentino Cayetano Belso está triunfando con una startup que produce huevos con sabor a trufa, ajo, jamón y queso azul. La firma, que ha sido acelerada en Lanzadera, lleva vendidos 200.000 huevos en poco más de un año. A Cayetano Belso se le ocurrió la idea viendo cómo su madre conseguía que los huevos absorbieran el sabor a trufa en la nevera de casa. «La cáscara es porosa y el huevo absorbe el olor. He conseguido a través de aromas alimentarios que los huevos cojan el gusto a ajo o a queso», explica el emprendedor. Ahora trabaja para lanzar huevos con sabor a chocolate para hacer bizcochos sin necesidad de utilizar cacao. «Es un proceso muy natural, pero lo que más me costó fue conseguir los certificados de Sanidad», añade. Los huevos que utiliza Koroko son camperos y proceden de una granja de Algemesí donde las gallinas están al aire libre.

El proyecto de Koroko nació en el ecosistema de la Marina de Empresas de Juan Roig. «Estudié el grado de ADE para emprendedores de Edem y puse en marcha la empresa tras acabar la carrera. Vengo de familia de empresarios del textil de Crevillent. Desde los 13 años, mi padre me llevaba con él a vender al extranjero. Ya tenía de serie la parte comercial, pero en Edem se despertó mi gen emprendedor. Entré en Lanzadera y empecé en serio con la empresa», asegura Cayetano Belso. El empresario, que ahora tiene 25 años, insiste en que el sabor de los huevos es intenso a pesar de que no introducen físicamente el ajo o la trufa. «La caducidad de los huevos es de 28 días, igual que los normales. Los huevos no pierden el sabor en esas cuatro semanas», mantiene. La firma ha introducido el producto en restaurantes de toda la Comunitat Valenciana, Cataluña y Murcia; en supermercados Carrefour Market de Madrid, Barcelona, Girona y Valladolid; y en mercados valencianos. Cada par de huevos cuesta un euro con sesenta y cinco céntimos.