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Ignorar en voz alta

Ignorar en voz alta

Paul Valéry, en El problema de los museos, asegura que le desagrada esta institución porque «mi paso se vuelve devoto. Mi voz cambia y se coloca algo más alta que en la iglesia, pero un poco más baja que en los asuntos ordinarios de la vida. Pronto he olvidado qué vine a hacer en estas soledades enceradas, más propias del templo o del salón, del cementerio o de la escuela (?) ¿Será acaso un ejercicio muy peculiar, este paseo extrañamente entorpecido por bellezas, obstaculizado en cada momento, a diestro y siniestro, por obras maestras entre las que hay que comportarse como un borracho entre mostradores?». Luego observa, premonitoriamente: «pintura y escultura, me dice el Demonio de la Explicación, son niños abandonados. Su madre -la Arquitectura- ha muerto. Mientras vivió les daba lugar, uso y límites. Les estaba negada la libertad de errar. Tenían su espacio, su luz bien definida, sus temas, sus alianzas? Mientras vivió la Arquitectura, sabían lo que querían?».

La conquista de la ubicuidad es más aún premonitorio (teniendo en cuenta que está redactado en 1928) : «así como el agua, el gas o la corriente eléctrica vienen de lejos a nuestras casas para atender nuestras necesidades con apenas esfuerzo, así nos alimentaremos de imágenes visuales o auditivas que surgirán y se desvanecerán al menor gesto, por mera señal».

En El infinito estético trata de justificar el término «infinito» y darle un significado preciso diciendo que en él la satisfacción reaviva la necesidad, la respuesta replantea la pregunta, la presencia genera ausencia, y la posesión, deseo. Todo esto le lleva a caracterizar la obra de arte como el resultado de una acción cuyo objeto finito consiste en provocar desarrollos infinitos.

Casi al principio del ensayo Noción general del arte, postula: «el carácter más evidente de una obra de arte puede llamarse inutilidad».

El Discurso sobre la Estética y La invención estética son, sin embargo, los textos de mayor relevancia y calado. El primero fue una conferencia pronunciada en París, en 1937, durante el 2º Congreso Internacional de Estética y Ciencias del Arte. Se inicia con una inquietante ironía, sobre todo para un solemne entorno académico: «Su Comité no teme la paradoja, puesto que ha decidido que hable yo aquí (?) un simple y muy avergonzado aficionado ante los representes más eminentes de la Estética, delegados de todas las naciones». Añade: « Y si ese es, Señores, el papel de ingenuo al que el Comité me destina, me tranquilizo de inmediato, y sé entonces lo que vengo a hacer: vengo a ignorar en voz alta».

Esta conferencia está repleta de epifanías conceptuales como las siguientes:

«El placer, como el dolor, son elementos siempre bastante incómodos en una construcción intelectual».

«Decir de un objeto que es bello es darle valor de enigma».

«Tratándose de placer, sólo hay cuestiones de hecho».

«Resulta fácil, en las artes, concebir la permutación de los antiguos y los modernos, considerar, por ejemplo, a Racine como llegado un siglo después de Víctor Hugo».

«No llegaré a decir con Joseph Maistre que todo lo que incomoda al hombre lo fortifica. Tal vez de Maistre no pensaba que hay zapatos demasiado estrechos. Pero, tratándose de las artes, me respondería, sin duda, que zapatos demasiado estrechos nos harán inventar nuevos bailes».

«El fenómeno de lo Bello nos obliga a pronunciar expresiones escandalosas: la necesidad de lo arbitrario».

«Lo que es indefinible no es necesariamente negable (?) La Estética existe; incluso hay estetas.

Finalmente comentemos La invención estética, texto que da título al conjunto y cuyo efecto preceptivo-teórico llega a nuestros días con irreprochable frescura. Se ocupa de la naturaleza del poema. Comienza por observar que las nociones de Inicio y de Fin son ajenas a la inspiración, y sólo intervienen en el momento en que la creación poética asume los rasgos de un objeto fabricado.

Entre las peculiaridades que, según Valéry, caracterizan al poema, subrayaremos dos: El poeta se ve obligado a crear, en cada creación, el universo de la poesía -es decir: el estado psíquico y afectivo en el que el lenguaje cumple una función muy diferente del significado corriente. Y así como el lenguaje práctico se esfuma una vez alcanzado su finalidad, el lenguaje poético busca la conservación de la forma.

En fin, el origen de un poema puede ser lo de más variado: un tema casual, un grupo de palabras, un ritmo enigmático, un simple esquema prosódico? Y concluye: «Olvidé mencionar, entre los citados, los más sorprendentes: una hoja en blanco, un tiempo vacío, un lapsus, un error de lectura, una pluma agradable al tacto».

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