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Madrizes de ayer y hoy

La cantera de autores que surgió de aquel experimento llamado «Madriz» vuelven con nuevas obras

Madrizes de ayer y hoy

Hace 35 años, el cómic vivía una ebullición publicadora imparable. Los kioscos llenaban baldas y baldas de revistas de cómic que rompían con el estereotipo del tebeo para niños, apostando por un lector adulto que entendía que la historieta era un arte que reclamaba su prestigio y lugar en la cultura. Fue una burbuja de ilusión efímera, cierto, pero que favoreció extraños experimentos como Madriz. Una revista auspiciada por el gobierno municipal de Tierno-Galván que, bajo la dirección de Felipe Hernández Cava, se atrevió a adentrarse en espacios poco transitados por la historieta. Con vocación urbana y moderna, daba la oportunidad a jóvenes que arramblaban sin prejuicios con los cánones establecidos de la historieta, con temáticas que hablaban de lo cotidiano y una estética que miraba al arte contemporáneo y no al cómic clásico. Una desvergüenza creativa y expresiva que se granó no pocos enemigos, pero que sentó la base de una nueva forma de entender el cómic que asombraba a toda Europa. Fernando de Vicente, Javier de Juan, Raúl, Federico del Barrio o Ana Juan, por solo citar algunos colaboradores habituales, se avanzaron en dos décadas a lo que el cómic ofertaría con naturalidad en el siglo XXI, pero aquella burbuja explotó y toda esa generación encontró acomodo lejos del cómic, en la ilustración.

Pero el cómic siguió evolucionando, y la fuerza insurgente de la nueva generación de autores y autoras está reclamando un espíritu de provocación formal que recupera en esencia el alma de la recordada Madriz. El primer paso fue rescatar la obra de aquellos autores, con cuidadas ediciones integrales de la obra de Raúl (Contra Raúl, Ponent Mon, 2017) o Federico del Barrio (Tiempo que dura esta soledad, con Elisa Gálvez, Reino de Cordelia, 2018), para luego animarlos a volver al mundo de la historieta con nuevas obras. Federico del Barrio retomó la experimentación formal extrema de Simple (Edicions de Ponent, 1999) y Relaciones (Sins Entido, 1999) en Impertérrito (Reino de Cordelia, 2018), en la que su reflexión sobre la creación prosigue en el punto que la dejó. Del Barrio expone un diálogo entre la página en blanco y el personaje, que explora el límite del trazo sumergiéndose en él, deconstruyéndolo hasta dejarlo como una expresión de pura dinámica y movimiento que transmite los sentimientos del autor, las debilidades y esperanzas que impulsan la creación. Cada página de esta nueva obra es un reto que obliga a establecer una nueva mirada hacia la narración dibujada, hacia esa esencia invisible del lenguaje del cómic que Del Barrio persigue con afán de aventurero explorador. Por su parte, la vuelta de Raúl en La tierra sin mal (Dibbuks, 2018) es un auténtico tour de force que estruja hasta el límite la definición de historieta para proponer una experiencia hipnótica. A partir de imágenes estáticas, de fotografías reinterpretadas por el trazo del dibujante, crea descomposiciones que recorren la imagen original para encontrar historias escondidas, para descubrir una narración interna que sorprende al lector por su coherencia y posibilidades. A modo del montaje analítico, cada fragmento se erige en protagonista de un momento, rompiendo el estatismo de la fotografía inicial para establecer una dinámica propia y arrebatadora. Pero no solo vuelven los autores de entonces: el espíritu de Madriz impregna cada página de la revista mensual gratuita M21 (descargable en https://www.m21radio.es/periodico-m21), que edita la radio pública madrileña apostando por la recuperación de aquellos autores, pero también por la autoría más joven, en un proyecto fascinante y a seguir.

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