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Por laberintos extremeños

Una magnífica novela gráfica de Fermín Solís sobre la figura de Luis Buñuel y el rodaje en 1932 de su tercer trabajo como director, «Las Hurdes, tierra sin pan»

Por laberintos extremeños

Fermín Solís (Madroñera, 1972) es autor de distancias cortas. Sus inicios en fanzines y autoedición ya mostraban la comodidad con la que se movía en el relato íntimo, en una relación con el lector de distancia corta que le hablaba de tú a tú, de lo cotidiano desde la interpretación personal, próxima, que se detenía en lo sencillo ignorado. Podían, en la distancia, verse influencias de autores como Michael Rablagiatti, Seth o Chester Brown, pero eran más ejemplos de intenciones. Solís evitaba la confrontación o la polémica para preferir el detalle, como demostró en sus fanzines Las pelusas de mi ombligo, revelador título que, lejos de la literalidad de la afirmación, era excelente muestra de una obra personalísima que empatizaba con facilidad con las experiencias del lector, revelándose como gran observador de esas anécdotas pequeñas que llenan la vida y que a todos nos han pasado. No te quiero, pero te amo un poco (Aralia), El hombre del perrito (Astiberri), De ballenas y pulgas (Ariadna) o El año que vimos nevar (Astiberri) conformaron una narrativa propia, apoyada en un estilo gráfico de sencillez minimalista y atractivo, evidente deudor de Sempé o la escuela Bruguera de los 50. Después, apartó un poco los cómics para dedicarse a la ilustración infantil, también altura corta si se quiere ver así, en la que se mueve con gusto y acierto, permitiéndose volver puntualmente a la historieta con personajes infantiles tan geniales y recomendables como Astroratón y bombillita, versión roedora de los clásicos de prensa de la ciencia-ficción editada con primor por Mamut Ediciones, o la divertidísima Operación Frankenstein editada por Narval. No ha dejado, cierto, de colaborar en fanzines, pero se echan de menos aquellas historias que acompañaban al lector con amabilidad cómplice y puntualidad casi mensual. Dentro de su copiosa obra, sin embargo, una novela gráfica aparecía como una nota discordante en esa uniformidad: Buñuel en el laberinto de las tortugas. Publicada inicialmente por la Junta de Extremadura en 2008, narraba la historia del rodaje de un film maldito: Las Hurdes, Tierra sin pan, el famoso documental del director aragonés basado lejanamente en los estudios antropológicos de Maurice Legendre. Una temática insólita en el dibujante, pero quizás, tan solo lejana en apariencia: es cierto que se deduce fácilmente un trabajo de documentación histórica hercúleo, poco habitual en la obra anterior de Solís, pero necesaria para la interpretación de una figura tan compleja como la de Buñuel, que le llevará a atravesar desde la ensoñación surrealista a la ficcionalización de la realidad casi a ritmo de thriller; pero donde se alza con fuerza el protagonismo absoluto de Las Hurdes, de las comarcas cacereñas. Las viñetas están enraizadas de nuevo en una distancia muy corta, la de la tierra que vio nacer al dibujante, creando un discurso particular entre la historia imaginada del rodaje y la realidad de los escenarios que aporta una reescritura del mito buñueliano, a medio camino entre la realidad investigada por el autor y una figura mítica creada por la cultura popular a la que no se puede renunciar. Excelente trabajo de Solís que, finalmente, ha servido de base para una película de animación de próximo estreno dirigida por Salvador Simó, excusa perfecta para una cuidada reedición por parte de Reservoir Books, con nueva y mejorada rotulación, material extra y, sobre todo, añadiendo un color bastante atinado y pertinente que no hace añorar la contundencia del blanco y negro original.

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