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Sobre la poesía de Ximo Albinyana

Cuando los poetas hablan en las tierras bilingües, suelen ocurrir reacciones contradictorias y aún versos que no podrán ser asumidos si no es con mucha percepción y larga inteligencia. Posiblemente estamos ante uno de esos poetas de tierra multicultural por fortuna para la tierra y para sus habitantes, que escribiendo en una de las dos lenguas con las que se entienden los valencianos a la hora de ser leídos, entran en acción los prejuicios y perjuicios que conlleva cualquiera de ellas, saltándose el común de los mortales la clase de poeta que nos envuelve con sus versos y su hondo decir.

Éste sería el caso del poeta Ximo Albinyana, nacido en Museros en 1959, y que nos sorprendió con poemarios como Escombros en la playa (2014), Ítacas imaginadas (del año 2015), y En la tienda de Abrahán (en el año 2016) En todos ellos predominan las convicciones religiosas del poeta, su visión mística del mundo, su incuestionable actitud católica, que tiembla como la llama de una vela, que a diferencia de todo lo demás que forma parte del mundo, una llama de vela no tiene sombra propia, y hasta parece que Albinyana no la tiene.

La poesía de Ximo Albinyana si se hubiera escrito y publicado en cualquier otro tiempo, estaría entre las más reveladoras del panorama creativo de València, donde siempre hemos visto nacer y crecer poetas de fuerte nervadura, que han iluminado la sensibilidad del resto de España. Pero un poeta místico, que se acerque tanto a la rara ciencia de la Hermenéutica, no lo hemos visto con ninguna frecuencia, por lo que se hace de más valor a un poeta con personalidad propia.

Ahora acaba de aparecer el nuevo libro de Ximo Albinyana, y de una manera sorprendente se descubre que lo iniciado en los tres títulos anteriores, se ha convertido en una hermosa azucena florida como las de San Juan de la Cruz, que aunque a los jóvenes les suene a luz de Marte, no hace tanto que iluminó muchas vidas destrozadas de adictos a sustancias indelebles, consumidas en cualquier infierno de nuestras ciudades. Me estoy refiriendo a Saetas al corazón, la belleza de los salmos, y si alguno de ustedes tiene la delicada intención de acercarse a estas páginas inspiradas, podría empezar a descubrir un mundo olvidado, rechazado, que lo hemos convertido en un profundo despojo de la calidad del ser humano, que puede asombrarse de la sutilidad de la vida y de la línea divisoria entre eso que ya se nos ha olvidado y que es la diferencia del bien y del mal, sin valorarlo económicamente, que sería la única manera que ya entendemos como posible para entender lo que nos está pasando.

Y nos están pasando tantas cosas para ver ante nuestros ojos un presente sin ideales, sin memoria, con mucho fútbol, todos contentos en apariencia, pero todos desgraciados cuando apagamos la luz de la mesilla y pensamos que Dios nos puede mirar, nos aterra hasta el punto de cerrarle todas las puertas y ventanas para que no se acerque a decirnos la verdad. Pero hay días que sí nos gusta la verdad, claro que sí, una verdad sin más esfuerzo que el que hacen las tormentas, una verdad que si viene la vida mal dada las culpas son de Dios y si vienen bien dadas, las culpas son del diablo. ¡Ay, he dicho el Diablo!

El poeta Albinyana nos trae con estas páginas un gozoso glosario de los Salmos, de la gloria de la palabra dedicada a quien reparte bondad y hermosura por el mundo de los vivos, el que ama, el que refulge, el modelo de cómo debe ser un hombre que se precie en esta fase de la vida; salmos que nos dicen y ahora son glosados por este sabio poeta, que no hay casualidades, no, nada ocurre por azar, no, nadie encontrará la felicidad si no se la propicia junto a los que van con cada uno de nosotros.

Este es un glosario a tener muy en cuenta. Y este glosario delicado como las azucenas de San Juan de la Cruz, ha nacido y se ha hecho entre nosotros, sus amigos, sus vecinos, sus contrarios, que seguro que los tiene.

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