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Benítez Reyes y el genio de la lámpara

Benítez Reyes y el genio de la lámpara

Soy lector entusiasta de Felipe Benítez Reyes desde hace, más o menos, cuarenta años, y nunca he leído una página suya sin encontrar una frase feliz, o una reflexión inteligente, o un hallazgo de esplendida combinatoria verbal, o un punto de vista novedoso para observar el mundo, o un golpe de intensidad emotiva, o, muchas veces, todas esas cosas concentradas en la misma página que estaba leyendo.

Es de ese género de escritores -tan poco abundante- que aspira siempre, haga lo que haga, a la alta literatura. De ese género de escritores -menos abundante aún que el anterior- que siempre pertenece a ella. Suelo repetir que es el mejor escritor de mi generación, y uno de los más importantes autores vivos del español, por su capacidad para tocar todos los géneros (la poesía, la novela, el cuento, el teatro, el articulismo), y por hacerlo con esa brillantez diabólica que sólo está reservada a los grandes.

Sin embargo, a pesar de ser un maestro en los géneros establecidos, creo que todo su talento brilla aún más en lo que podríamos denominar "la escritura sin género", como este El intruso honorífico (Prontuario enciclopédico provisional de algunas cosas materiales y conceptuales del mundo), Fundación José Manuel Lara, con el que ha ganado el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos de 2019, y que, como su título indica, es un diccionario enciclopédico personal sobre los asuntos más variados.

En él caben las definiciones, los aforismos, los pequeños ensayos, los artículos, los desplantes, acerca de escritores, conceptos mayúsculos y minúsculos, caprichos del autor, cosas del mundo. Italo Calvino y Faulkner, la cama y los sapos, las librerías de viejo y el nacionalismo, los ombligos y las profecías, el sueño y la rima consonante, las vísceras y la eufonía, el ying y el yang. Con el índice de este prontuario, los poetas dadaístas padecerían poluciones nocturnas.

En una entrevista reciente, Felipe Benítez afirmaba que este libro era para una lectura de picoteo, de mesilla de noche, por así decir; pero resulta casi imposible dejar de leerlo, no querer administrarse una entrada más de esta genial enciclopedia sobre casi todo y sobre casi nada. En la mesilla de noche descansará muy bien, pero también lo recomendaría para la mesa de despacho de cualquier escritor, como tónico matinal, como bebida energética para emprender las jornadas de trabajo.

El ingenio a veces tiene mala fama: propagada, sobre todo, por quienes son incapaces de resultar ingeniosos en alguna ocasión. Pero el ingenio es la gran literatura: el ingenio para pensar, para encadenar palabras, para observar al género humano, para asombrarse ante la realidad. El ingenio, a fin de cuentas, es la cosmovisión previa a cualquier cosmovisión personal que merezca la pena.

Felipe Benítez Reyes se fabricó hace mucho tiempo una lámpara mágica -su obra- y se marchó a vivir en ella. Desde entonces es el genio de la lámpara, y cada vez que la frota aparece un autorretrato distinto y único, idéntico y original, para hacernos felices a sus lectores.

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