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La (in)diferencia de la reparación histórica

Lorenzo Galiana Gallach debuta como dramaturgo con «El vacío», donde revive la reciente historia española a través de la discusión de dos personajes antagónicos

La (in)diferencia de la reparación histórica

El teatro es una de las artes más antiguas y prestigiadas desde que los griegos la elevaran a categoría casi divina. Los dramaturgos siempre han sido literatos pegados a la realidad, atentos al entorno y portavoces del pueblo. Por eso despiertan el recelo del poder. El escritor Lorenzo Galiana Gallach (València, 1956) con El vacío hace su primera incursión en el mundo del teatro. Una obra en tres actos y un breve epílogo en edición bilingüe de EdictOràlia, que además inicia con esta obra una nueva colección de literatura dramática, que tanta falta hace, en un momento donde las artes escénicas necesitan de textos con calado.

El vacío es la excusa perfecta para vivir un momento histórico real. Como escribe J. Chagall en el prólogo, el texto de Lorenzo Galiana «busca la reparación histórica, una quimera inalcanzable, pero absolutamente legítima». Recrea un reencuentro imposible entre dos personajes ficticios, pero reconocibles en su polaridad ideológica. «La historia de Galiana se asoma al teatro político, a un teatro que aborda los procesos sociales y políticos antagónicos de un mundo eternamente polarizado», según Chagall.

El primer acto se abre con una voz en off que adentra de lleno en la historia con la definición del nombre de la obra. «Vacío sería el no espacio, donde chocarían las esferas de la subjetividad contra las de la objetividad. Si tuviésemos que desarrollar una fórmula matemática que explicara este término solo tendríamos que escribir una simple resta. Vacío es siempre la diferencia entre las vagas expectativas y el resultado concreto», escribe Galiana.

A partir de ahí, la escena refleja a un Hombre Joven y un Hombre Mayor sentado en un banco de un jardín urbano, cada uno leyendo su periódico. Tras un momento donde se ignoran mutuamente empieza el diálogo.

«Hombre Joven. Un poco de respeto por un espectro de pies a cabeza. Aunque lo del respeto a usted le sonará a chino, ¿no? (Mostrando sarcasmo.)

Hombre Mayor. ¿Por qué a chino?

Hombre Joven. Pues, porque ya veo lo que lee usted, un periódico de derechas, monárquico y retrógrado. (Señalando al periódico que todavía sigue en las manos del Hombre Mayor).

Hombre Mayor. ¿Y?

Hombre Joven. La gente de izquierdas conocemos bien a los de su pelaje: bien vestidos, pero prepotentes, maleducados y sin sentimientos».

Dominio del escenario

Galiana sabe de periódicos, donde ha ejercido como directivo muchos años, pero también de letras con dos novelas publicadas: La mosca española (2005) y Recuerdos son memoria (2008), donde demuestra el uso de la ironía clásica y el dominio del escenario. Si en la primera mezcla a un conocido cacique de la serranía valenciana con un belga naturalista tras la Revolución Francesa, en Recuerdos son memoria narra la aventura de vencer el Alzheimer.

En su debut dramaturgo con El vacío retrata episodios de la reciente historia española, como la muerte del dictador, la restauración de la monarquía borbónica, la transición política, el abortado golpe militar de 1981, el terrorismo o la violencia de estado. Según avanza la obra, el Hombre Joven será Avelino y el Hombre Mayor Eduardo. El diálogo entre ambos que escribe Galiana es trepidante, al tiempo que deriva hacia una relación muy familiar.

«Volvamos a nuestra peculiar historia. Un día ocurrió algo a lo que no diste importancia y un tiempo después sucede algo que es consecuencia de lo ocurrido antes. Casualidades, diría alguien. Otros acertarían más, diciendo causalidades. Pero ¿cómo definirían si treinta años más tarde dos espectros coinciden en la nada y usted es el actor de lo ocurrido originalmente y el otro fantasma es el fruto o consecuencia originada?», anota Galiana en el epílogo de El vacío.

Las obras teatrales están escritas para ser escenificadas, y el diálogo es primordial. Pues de ambos envites sale bien parada la primera incursión de Galiana en la dramaturgia. Eugenio Barba (Brindisi, Italia, 1936), uno de los grandes renovadores de la escena europa de posguerra, sostiene que se le denomina dramaturgia a una sucesión de acontecimientos basados en una técnica que apunta a proporcionar a cada acción una peripecia, un cambio de dirección y tensión. Es más considera que en el sentido dramaturgo actual: «La palabra texto, antes que referirse a lo escrito o lo hablado, o a un manuscrito o texto impreso, significa entretejido. En este sentido, no hay actuación que no tenga texto. Lo que concierne al texto (el tejido) de la actuación [performance] puede ser definido como dramaturgia, es decir, drama-ergon, el trabajo de las acciones en la actuación».

Lorenzo Galiana no solo ha visto mucho teatro, sino que se nota bastante su proximidad con elementos activos de la escena española. Por eso no extrañaría nada su puesta en escena, compañías no le van a faltar. El vacío se presentará el próximo 18 de noviembre en el Centre Cultural de la SGAE en València.

Creación editorial

Economista, abogado y auditor, Lorenzo Galiana está centrado ahora en su labor profesional como abogado, así como en el impulso de EdictOràlia Llibres i Publicacions, un nuevo proyecto editorial que surge de la necesidad de repensar la creación y servir de tribuna a los nuevos procesos literarios.

Escritos desde la intimidad del músico, editor y escritor valenciano Josep Lluís Galiana fue el primer libro de la editorial, y ha recuperado en su colección a una voz esencial de la poesía valenciana, Pere Bessó, que publica Els costums bàrbars, una antología de 92 poemas elaborados a principio de este siglo, y que ven ahora la luz.

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