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Muestra

¿Es un zapato o es un sombrero?

El museo Vitra del diseño presenta la exposición «Objetos de Deseo». Una muestra que recorre los lazos fructíferos entre el Surrealismo, el diseño y la vida cotidiana.

¿Es un zapato o es un sombrero?

En 1914 Marcel Duchamp presentaba Roue de Byciclette, un objeto consistente en una rueda de bicicleta sobre un taburete como pedestal. No sería la última ocasión que el creador francés «confeccionara» objetos poco artísticos que producen salpullidos en los académicos y decorosos salones de la historia del arte. La exposición «Objetos de Deseo: Surrealismo y Diseño» recupera esta pieza fetiche como pionera en esa relación provocadora y creativa entre el aparente universo formal del diseño y el lenguaje surrealista. El movimiento artístico que irrumpía en la década de los años veinte bajo la advocación de Freud y el Marqués de Sade como padrinos. Producida por el Vitra Design Museum, el centro expositivo que la fabrica Vitra, conocida por sus creaciones de mobiliario posee en la ciudad alemana Weil am Rhein, la exposición recorre algunos de los principales hitos de esta convergencia, diseño y surrealismo, con nombres como Salvador Dalí, René Magritte o el propio Marcel Duchamp desde el ángulo de las vanguardias artísticas dialogando o confrontados a algunos de los diseñadores que han señalado la evolución de esta disciplina creativa e industrial: Achille Castiglioni, Ray Eames, Carlo Mollino, etc.

Considerado uno de los movimientos artísticos más influyentes del siglo XX, el Surrealismo encontró en los objetos cotidianos un argumento subversivo para sus exploraciones del subconsciente y el mundo de los sueños. Como señala el comisario de la exposición Mateo Kries «los artistas surrealistas hallaron en la vida cotidiana y sus objetos una fuente de inspiración para explorar el universo oculto de los deseos y las emociones». Esta presencia surrealista se podrá ver muy tempranamente en la década de los años 30, en el interiorismo, el mobiliario, la moda, el diseño gráfico o en un medio como el cine que sirve de proyector popular. La influencia del movimiento vanguardista acabará contaminando sectores como la moda, siempre receptivos a cualquier intrusión en su mundo de fantasía. Una diseñadora como Elsa Schiaparelli, figura antagonista de Coco Chanel en el mundo de la alta costura parisina, recoge las enseñanzas surrealistas incorporándolas a sus creaciones como su «vestido langosta» o su «sombrero zapato» inspirados en Dalí que popularizan personajes de la llamada Café Society como la Duquesa de Windsor y Gala Dalí.

La exposición «Objetos de deseo. Surrealismo y diseño» presenta por primera vez el Surrealismo como una tendencia o filosofía intemporal más allá del periodo histórico en el que se circunscribe el movimiento artístico patrocinado por André Bretón y Salvador Dalí como altavoz mediático. Un lenguaje, en esa mezcla de fantasía y transgresión, de humor e ironía, donde lo absurdo acaba haciéndose realidad. La fuerza creativa de un movimiento que ha seguido seduciendo a los creadores de diseño a lo largo del siglo XX hasta nuestros días. En un marco como el del diseño donde función y forma constituyen un matrimonio-aparentemente-indisoluble, el surrealismo proporciona al objeto una nueva dimensión creativa, saltándose los principios formales hasta entonces intocables. Cuando el diseñador Philippe Stark presentó en 1990 su exprimidor Juicy Salif bajo las formas de una araña metalizada, un utensilio convertido en objeto escultórico-forma parte de la colección del MoMa- no hacía más que continuar aquella tendencia profetizada por los creadores surrealistas.

A través de una selección muy heterogénea de artistas y diseñadores la exposición puntúa esta relación fraternal e interminable entre objeto y corriente surrealista. Obras icónicas como el sofá Mae West de Salvador Dalí o la plancha con púas de Man Ray anteceden a las creaciones de diseñadores como Carlo Mollino, Ray Eames o Fornasetti, continuadores en la década de los años cincuenta de esa voluntad de subversión formal. La irrupción del Pop-Art reforzará esa voluntad transgresora sobre el objeto cotidiano proyectada en creaciones como el sofá Bocca (1971) del estudio turinese Studio 65, tributo a Salvador Dalí bajo las formas del pop. O las lámparas del diseñador alemán Ingo Maurer, un maestro de la luz en la mezcla de tecnología y acento poético. A señalar la presencia en la exposición del diseñador valenciano Nacho Carbonell. Instalado desde hace tiempo en la ciudad holandesa de Eindhoven, sus objetos-esculturas reconstruyen, siempre desde una mirada sorprendente y transgresora, esa relación singular entre diseño y creación artística.

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