Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Doctor ruido sobre el silencio

Doctor ruido sobre el silencio

Honorato Balzac, Barbey d'Aurevilly, Charles Baudelaire, Hermann Broch, Albert Camus, Chateaubriand, Joseph Conrad, Charles Foucauld, Julien Gracq, La Bruyère, Maurice Maeterlinck, Stephane Mallarmé, Blas Pascal, Marcel Proust, Pascal Quignard, R.M. Rilke, Georges Rodenbach, H.D. Thoreau, Paul Valéry, Robert Walser, Walt Whitman€ Citando estos nombres ilustres tenemos ya adelantada la presente reseña; citando textos de estos mismos nombres y otros muchos más, el profesor Alain Corbin ha elaborado su Historia del Silencio. En su Preludio o introducción justifica la oportunidad de su libro:

«Hoy en día, es difícil que se guarde silencio y ello impide oír la voz interior que calma y apacigua. La sociedad nos conmina a someterse al ruido para formar así parte del todo, en lugar de mantenernos a la escucha de nosotros mismos» (€). «Es cierto que hay caminantes solitarios, artistas y escritores, adeptos a la meditación, mujeres y hombres recogidos en monasterios, mujeres que visitan tumbas y, sobre todo, enamorados que se miran y callan, que buscan el silencio y todavía son sensibles a sus texturas. Pero como viajeros arrojados a una isla de costas escarpadas que está a punto de quedar desierta».

Consigna los grandes tratadistas de aprendizajes y disciplinas del silencio: el jesuita Baltasar Álvarez, fray Luis de Granada, Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Armand Rancé (reformador de la Trapa e impulsor de las formas más radicales de silencio), Jacobo Benigno Bossuet (que en su Exhortación a las Ursulinas de Meaux, les dice: «se producen deplorables pérdidas por falta de silencio»), etc.

Efectúa también un recorrido por la «muda elocuencia» de los maestros de la pintura (Poussin, Vermeer, Fra Angelico€). Incluso añade algunas consideraciones sobre el silencio en el cinematógrafo (Dreyer, Antonioni€). Recordemos el fino aforismo de Robert Bresson: «el cine sonoro inventó el silencio».

El empleo lírico del silencio es habitual. Por ejemplo, la caracterización mallarmeana de la muerte: «avaro silencio, masiva noche».

Menciona el Eutidemo, el diálogo platónico que contiene un debate sobre la diferencia entre palabra y silencio. La conclusión es que los objetos guardan silencio, pero al mismo tiempo hablan. Es decir, que se trata de silencios materializados y locuaces.

He aquí las acepciones más frecuentes del vocablo «silencio»: Abstención de hablar/Falta de ruido. El silencio de los bosques, del claustro, de la noche. /Falta u omisión de algo por escrito. El silencio de los historiadores contemporáneos. El silencio de la ley. Escríbeme cuanto antes, porque tan largo silencio me tiene preocupado./ Pasividad de la Administración ante una petición o recurso a la que la ley da un significado estimatorio o desestimatorio. / Toque militar que ordena el silencio a la tropa al final de la jornada/ Pausa musical, en fin.

Acepciones que comparten la idea de ausencia, falta, negación... De ahí quizá la recelosa actitud generalizada ante silencio.

Corbin advierte que el problema cultural en la actualidad no lo ve en el ruido mecánico ambiente (que también) sino en la permanente interconexión; es decir, el ruido ya no está tanto fuera como dentro del individuo mediante un incesante flujo de palabras e imágenes de los medios de comunicación y redes sociales, que convierte el silencio en acto enfermizo, inquietante, antisocial.

El silencio ha devenido un bien escaso, como el agua pura o la atmósfera no contaminada; un privilegio obsceno.

Espacios tradicionalmente productores silencio: iglesias, monasterios, hospitales, bibliotecas, escobas, establecimientos castrenses, cárceles, €esto ha variado en los últimos decenios. No pocas instituciones privadas y públicas preconizan la música mecanizada, la industrialización del ruido interno y personalizado de la malla social. Por eso, conocer las modalidades, disciplinas, usos sociales, texturas del silencio de otras épocas tal vez «contribuya al reaprendizaje del silencio, es decir, del estar con uno mismo», este es el propósito pedagógico del breviario de profesor Corbin. Su libro es como una erudita excursión -sobre todo por la literatura francesa, de la que es un eminente experto- para herborizar las diversas modalidades de esa planta oculta, de la que, al parecer, brota aquello que es esencial.

El profesor Alain Corbin (Lonlay, l'Abbaye, 1936) es una eminente figura de la denominada «historia de las sensibilidades», rama de la historiografía académica con creciente expansión.

Compartir el artículo

stats