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Viñetas raras

La ciencia, con viñeta entra

El cómic se abre paso en las aulas con fuerza y fundamento

La ciencia, con viñeta entra

Los más antiguos del lugar sentirán un escalofrío de aterradora nostalgia cuando oigan aquello de «la letra, con sangre entra». Un principio educativo arrastrado durante décadas a golpe de reglazo por las escuelas de nuestra geografía, que aceptaba «letra» como sinónimo de cualquier rama del conocimiento, de la sufrida lista de reyes godos a las leyes de la dinámica newtoniana. Lo mismo daba una cosa que otra: el vínculo maestro-alumno debía configurarse según el respetado dicho como una auténtica relación sadomasoquista de manual. De aquella época era también aquella otra frase que canturreaban los padres preocupados por ver a sus hijos enganchados a los tebeos: «¡Donde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro!» se resignaban, esperando que la madurez hiciera olvidar tan perniciosa costumbre. Afortunadamente, poco se aplica hoy de aquellas épocas: ya entonces, muchos de los maestros y maestras se apartaron del refrán para abrazar una didáctica y pedagogía más humana y adecuada a los tiempos y, de aquellas enseñanzas pioneras contra la norma, se derivan auténticas revoluciones metodológicas educativas que se han aliado hoy, paradójicamente, con esos nocivos tebeos. Porque el lenguaje de las viñetas es una garantía de introducción en el mundo de la cultura que los educadores están empezando a apreciar y practicar con no poco éxito: no solo como lubricante perfecto para la entrada en la lectura, sino como medio que permite explicar conceptos a menudo muy complejos, pero que un lenguaje visual sintetiza y ejemplifica con facilidad. Miren ustedes el caso de Pedro Cifuentes, profesor de secundaria que ha transformado la otrora aburrida clase de historia en un recital visual donde profesor y alumnado hacen uso del cómic para ahondar en los recovecos de la historia del arte. Sirva como ejemplo de las posibilidades su recientemente editado El Mundo Clásico. Historia del arte en cómic (Desperta Ferro Ediciones), donde el cómic se convierte en un medio donde rigurosidad y amenidad demuestran no estar peleadas, al contrario: se necesitan y se retroalimentan a la perfección. Pero que nadie piense que el cómic es solo apto para los niveles más básicos o para conceptos relacionados con el arte: el cómic está demostrando día a día un potencial brutal para cualquier disciplina, incluso para la ciencia. Jordi Bayarri lleva ya unos años demostrándolo con su colección Científicos, donde la biografía de famosos e ilustres personajes como Isaac Newton, Hipatia de Alejandría, Galileo Galilei, Marie Curie o a recientemente publicada matemática Ada Lovelace sirven como introducción a conceptos de la física o la química para los más pequeños. En la misma línea, la editorial especializada en cómic infantil Mamut ha comenzado su colección Listo, donde se han detenido de momento en la biografía de matemáticos como Gauss, Arquímedes o Emmy Noether, con dibujos de Zarzo y guiones de Santi Selvi. Este último también es responsable de los guiones de El universo. La ley de la expansión de Hubble (Nou Editorial), con dibujos esta vez de Luis Morocho y primero de una serie dedicada a explicar los principios de la cosmología a los más pequeños. Un tema que, por cierto, es también el elegido para iniciar la colección La gran tebeoteca del saber de Flow Press, cuyo título de partida es El Universo, de Hubert Reeves y Daniel Casanave. Y, también, hay ración para los más mayores, desde la filosofía (con obras como Filosofía en viñetas, de Michael F. Patton y Kevin Cannon, en Debolsillo o Logicomix, de Doxiadis, Papadimitriou y Papadatos en Salamandra Graphic) a la física (Los Diálogos, conversaciones sobre la naturaleza del universo, de Clifford V. Johnson en Debate) pasando por la neurociencia (Neurocómic, de Hana Roš y Matteo Farinella en Norma Editorial).

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