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Literatura

Ana Merino: "Todo lo que nos enseñe a pensar es necesario"

Publica "El mapa de los afectos", premio Nadal 2020

Ana Merino: "Todo lo que nos enseñe a pensar es necesario"

La inmensa minoría del mundo literario hispano sabe quién es Ana Merino (Madrid, 1971). Joven poeta galardonada, experta en cómic con su conocida tesis en la Universidad de Pittsburgh, dramaturga, ensayista, articulista y fundadora del MFA de escritura en español en la Universidad de Iowa, por donde han pasado la mayoría de las promesas narrativas. Pero ahora se presenta al gran público con su primera novela El mapa de los afectos, ganadora del Premio Nadal. Si le preguntas porque ahora, te convence a la primera. «Me faltaba ordenar el mundo con la mirada de muchas voces y eso me pedía una novela». El libro es una narración coral, contemporánea, muy visual y solvente.

«Ha salido un novela coral», dice, para acto seguido mencionar a los hermanos Hernández «con los que siempre he dicho que estoy en deuda». Jaime y Beto, dos autores de culto del cómic, que supieron contarle al mundo, de manera desgarradora y a la vez divertida, lo que significaba crecer como chicano punk en los años 80 en California. «Los hermanos Hernández hacen que en su cosmovisión trabajen personajes corales que te cuentan muchas cosas». Tiene razón la escritora, pues El mapa de los afectos es una ficción muy visual, donde hay que estar atento a los giros que plantea. «Todos me dicen que en la novela han muchas texturas, plano y primer plano», confiesa y lo explica sin disimulo: «porque soy una gran lectora de cómics, igual que poesía, por eso hay mucha condensación poética. También hay una relación interesante entre el cómic y la poesía».

Merino tiene la novela en la cabeza. Es un torrente pedagógico del libro, y cuando le comentas que igual te pierdes entre tanta trama, no te riñe, te invita, como buena profesora que es, a hacer un pensamiento. «Si te pierdes con los personajes es que has la leído El mapa de los afectos muy deprisa». Luego explica que su novela, como todas las novelas literarias exigen un grado de concentración. «Necesitamos tiempo para concentrarnos, para tener capacidad de decisión. La literatura ofrece ese espacio de reflexión y lo que me gusta de esta novela es que si tu la lees con atención, te pasa igual que como un cómic». «Mi novela aspiraba a ser de condensación, de precisión de búsqueda de estilo de cuidado, de alusión y reflexión», añade por si no había quedado claro.

Desde la misma noche que ganó el Nadal insistió que su primera novela no era un thriller, porque el thriller pretende siempre buscar la resolución de un crimen. Mientras «el crimen es un elemento que afecta a la vida de algunos de mis personajes», que utiliza como un sustrato literario compuesto por una serie de eventos vitales con mucha trascendencia.

Bondad contra maldad

La galería de protagonistas es tan variada en El mapa de los afectos -la maestra, el veterano de guerra, los agentes de seguros, la madre desaparecida, la periodista, entre otros- que seguro que tiene alguno favorito. Craso error. «Creo que en la literatura te tienes que quedar con todos. Si me pides sacar uno, ¿que hacemos con el resto?». Aunque reconoce que hay algunos con los que tiene una cierta afinidad. Con aquellos que disponen de un fondo bondadoso. Y ahí juega la valoración del lector.

Un buen tema de debate, porque la maldad vende más que la bondad, como todo el mundo sabe. Merino, sin embargo, sostiene que se debe resaltar a la gente que cree en el bien común. «Se ha asociado la bondad como una actitud pasiva, pero es optimista», como ella, que desde su privilegiada atalaya como responsable del mejor máster de escritura en español ve cada curso como las nuevas generaciones de autores viene muy fuerte.

Entre ellos, la valenciana Elisa Ferrer, ganadora del último Tusquets por Temporada de avispas. La escritora de L'Alcúdia de Crespins, alumna de Merino en Iowa, nunca ha escondido que fue precisamente ella quien le animó a presentar su obra a concursos literarios. «Elisa tenia una novela estupenda. Vino con un talentazo a Iowa, y es la confirmación que los talleres funcionan. Tenía una gran novela y le inventé a mandarla a los concursos porque lo iban a leer». Ahí le cambia la cara hacia la satisfacción. «Estar en la evolución de un autor joven como Elisa Ferrer es un lujo. Temporada de avispas le ha salido redonda». Apunta además otro nombre, el de Miguel Serrano, el autor zaragozano también enrolado en el MFA, pese a ser ya uno de los escritores de culto, con poesía, cuentos y novelas publicadas.

En eso llega la pregunta del momento, que tan bien expuso Alfons Cervera en la entrevista el domingo pasado en Levante-EMV tras su última novela, Claudio, mira. ¿Los talleres de escritura no debían deriva a talleres de lectura? «El escritor es un gran animador a lectura», afirma Ana Merino, al mismo tiempo que reclama todo un programa de reforma educativa, donde los maestros generen el estimulo literario necesario para «asociar la literatura a un momento feliz». Un trabajo donde exige también a los padres también un compromiso educativo completo porque «la lectura estimula la mente, necesitamos reposo lector y eso se aprende». Lee un montón, como era de esperar y aprovecha para reivindicar la figura de su padre, el novelista José María Merino, donde en su último libro A través Del Quijote, propone un viaje literario, «un homenaje al escritor que vuelve a pensar».

Cuando se le sondea sobre cualquier aspecto del cómic, se viene arriba. «El boom de la novela gráfica es porque el mundo editorial vio que había una posibilidad». Sostiene que era un espacio natural de lectura. Conoce muy bien el trabajo que hace Álvaro Pons, tanto en el IVAM como en la Cátedra de Estudios del Cómic de la Universitat de València. «Álvaro Pons ha generado un espacio de educación para el cómic, eso es muy importante, porque en nuestro bagaje intelectual, no podemos pensar sin incluir al cómic».

Merino no es de respuestas inmediatas. «No sé si la novela es ahora una cosa de mujeres, lo que está claro es que hay grandes lectoras en España». Reivindica la figura del escritor lector, y en seguida le salen los nombres de Cervantes y Borges. «Tengo la ductilidad de la poesía, que me ha ayudado mucho a lo largo de vida». Ganó el Premio Adonáis con Preparativos para un viaje, cuando tenía 23 años y aún era estudiante de Historia. Admite que «la novela me está encantando, donde me siento mucho más segura que cuando estaba en el ámbito de la poesía». Pese a que no sabe por donde le llevará la literatura en los próximos meses, avisa que «veo personajes construirse», por lo que está metida en una nueva novela.

Sobre la última polémica literaria, con Galdós como excusa, también es optimista. «Hay espacios de polémica que estimulan, a mi Galdós me encanta y si el debate tiene efecto para cambiar los planes de estudios...». Lo importante es «debatir y reflexionar con resultados, porque todo lo que nos enseñe a pensar es necesario».

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