Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El caminante

Gestos y palabras

Gestos y palabras

El mundo se ve azotado por una terrible pandemia que infecta a millones de personas y causa centenares de miles de muertos. Se construyen contra reloj hospitales de campaña para tratar a los afectados y los Gobiernos prohíben a los ciudadanos salir de casa... Si hace unos meses hubiese leído esto como resumen argumental de una serie de televisión o de una película, la habría descartado, ya que no suelo sentirme atraído por el género de terror. Pero, como vino a decir Oscar Wilde, la realidad imita al arte, y estamos viviendo una situación que desborda los límites de la imaginación. Nadie podía concebir poco antes una situación de la gravedad que estamos viviendo, y que ha supuesto una descomunal campanada para despertar a todos aquellos que se sentían instalados en una sociedad plena de seguridades y garantías. Y es un menguado consuelo decir que tampoco los economistas habían previsto la gran crisis económica de 2008. Por eminentes que sean, sabido es que solo predicen el futuro cuando se ha convertido en pasado.

No es mi intención profundizar en la propia pandemia, sobre la que hay al minuto amplia información por diversos canales. Me llama la atención, sin embargo, cómo está afectando a los gestos y el lenguaje de los políticos y los medios de comunicación. Hace ya más de 60 años que Roland Barthes explicó en su muy lúcido Mythologies la importancia semiológica de los objetos o la manera de vestir.

Entre nosotros, la gestión de la lucha contra el Covid-19 se ha centralizado con los estados de alarma decretados por el Gobierno central. Inicialmente, y no será casualidad, sino una decisión con significado claro, hubo presencia de uniformes de la Policía Nacional, el Ejército y la Guardia Civil en las ruedas de prensa. Sin duda el Gobierno (¿inspirado por el asesor de Pedro Sánchez, Iván Moreno?) quiso transmitir una imagen de solidez y disciplina. Si ha acabado renunciando ha sido sin duda porque ha descubierto que no era buena idea. Especialmente porque algunos jefes militares acabaron identificando la imagen de los uniformes con frases desafortunadas, como aquello de que en la guerra no hay domingos o la confesión de que trabajan para evitar el desprestigio del Gobierno.

Ahora las comparecencias están dominadas por la imagen civil de los ministros y del doctor Fernando Simón, que, con voz cascada y atuendo informal, es el significante icónico del trabajador sanitario que se esfuerza de manera sencilla, abnegada y constante en la lucha contra la epidemia.

Y en cuanto a las palabras, me gustaría precisar, contra lo que ha escrito alguna prestigiosa figura de las letras, que «confinar» está siendo utilizada en su estricto significado de «recluir algo o a alguien dentro de límites» que marca el diccionario de la Real Academia. Otra cosa son los neologismos «escalar», «desescalar» y sus derivados, con el sentido en que se está empleando, un calco del inglés «scale up» («ampliar») y «scale down» («reducir»). Hay palabras en castellano, y en las otras lenguas que los adoptan mecánicamente, para decir lo mismo con más propiedad, aunque ya sé que es inútil luchar contra este tipo de modas lingüísticas. Lo que podría intentar Pedro Sánchez y sus ministros es evitar decir tantas veces «conjunto»: «el conjunto de los partidos», «el conjunto de la ciudadanía», etc., porque es algo inútil y redundante.

Y volviendo a la iconografía, el sentido semántico de las procesiones de abanderados es, por antiguo, más que conocido.

Compartir el artículo

stats