El 13 de mayo empezó la cuenta atrás de los veinticinco años de la compañía El Micalet. El soplado de velas del cuarto de siglo será ese mismo día que el año que viene, pero Pilar Almeria, el alma mater de la compañía junto con Joan Peris ya está de celebración. No es para menos, que una iniciativa escénica privada haya perdurado tanto es motivo de celebración, sobre todo en un ecosistema acostumbrado a tanto vaivén profesional. «Es un milagro», sostiene Almería. «Si hago un flash-back y me voy al año 95 pienso en el proyecto de una compañía ligada a un teatro como centro de producción». Diez años antes, Almeria había acabado en la Escuela de Arte Dramático y había hecho doblaje, mucho teatro, pero cuando se juntan Joan Peris, Ximo Solano y ella para poner en marcha la compañía «estaba todo por hacer». Soñaban en un centro de producción de teatro valenciano, con un trabajo de equipo. «Hace 25 años todavía estaba estudiando porque empece Arte Dramático tarde, ahora cumpliré viente desde que empece con Albena en la Escalante», recuerda Ferran Gadea, que reconoce que fue uno de los espectadores del primer espectáculo de la nacida compañía El Micalet, «Nàpols Milionaria». «Me acuerdo perfectamente», asegura.

Cinco lustros muy complicados, reconocen. Almeria rememora como el entonces conseller de Cultura, Francisco Camps, acudía a los estrenos de El Micalet, pero luego llegó la crisis y el consiguiente un vacío institucional de los responsables públicos. «Una», responde después de pensarlo, solo una vez Almeria ha pensado en tirar la toalla. «Llegamos a cerrar el teatro seis meses, nos habían quitado todas las ayudas, y teníamos que reinventar el proyecto». Estaba en Madrid grabando una serie pero su cabeza seguía en València y peleó por reabrir la compañía. De una forma precaria la compañía se reinventó. «Ahora las cosas no son lo mismo que en 2011», dice. El proyecto original de El Micalet era un centro de producción, con tres producciones al año, «y dábamos trabajo a media València, y después teníamos producciones invitadas dentro de la programación».

«La cultura es deficitaria y es difícil sobrevivir sin ayudas públicas», asegura Ferran Gadea. Cuando se les comenta que siempre están quejándose, admiten que «no hablamos de dinero, sino de reconocimiento, de planificación al largo plazo». Sostienen que ahora hay una pequeña explosión de pequeñas ofertas, con producciones que solo están un día en València, aunque «eso no vale para nada». Reivindican una industria. Hace cuatro años, tras el cambio político, hablaron para una mayor interacción entre ayuntamientos, diputaciones y Generalitat porque «todo pasa por ahí». Con todo, son optimistas. «Tenemos siete semanas de 'El Nom'», subraya Almeria. «Hay más producciones», apunta Gadea, uno de los actores valencianos que más trabaja. «No me quejo, pero cuando no lo he tenido me lo inventado», recuerda. «Nos falta que la tele -en alusión directa a À Punt- coja el vuelo».

«El Nom» cierra la temporada de El Micalet y al mismo tiempo abre el tiempo de celebración del vigésimo quinto cumpleaños. «El Micalet ha adquirido un sello propio en su forma de trabajar. En 'El Nom' somos tres del nucleo duro y tanto Ferran como Cristina [García] se han injertado y eso da una complicidad en el escenario muy complicada de inventarse», recalca Almería. «Nunca había trabajado en la compañía de El Micalet -resalta Gadea-, y es un lujo, me lo paso bomba».

Es una comedia divertida, que hace reir, pero al mismo tiempo pone en solfa las relaciones tradiciones con un final sorprendente. «Ves la función y crees que es fácil de representar, pero no es nada fácil», enfatiza Almeria. «Para los actores lo más importante es que cada función sea como el primer día. Uno de los mejores piropos que nos dicen es que parece que esté pasando». Además El Micalet juega con la proximidad del escenario. Pero el éxito de «El Nom» es hacer una versión muy valenciana, desde la escenografía hasta los personajes y los diálogos. Intentar aproximar al máximo al espectador es una de las identidades de esta sala de València.

«Tu vienes a El Micalet y sabes los que vas a ver», apunta Gadea desde su independencia. Esa fidelidad del respetable es uno de los su mayor punto a favor. Una coherencia reconocida. Esa lógica reclama una de las fundadoras de El Micalet para todo el sector, cuando se intuye una cierta recuperación artística. «Me he cansado de decir que en esta profesión empiezas de joven y la única manera que tienes de aprender es relacionarte en gente con más experiencia, aunque la precariedad ha hecho compartimientos estancos donde los jóvenes y los mayores nos quedábamos en el comedor de casa, y se ha producido una brecha generacional». lamenta Almeria.

El Micalet tiene una mínima estructura que crea esa necesaria industria cultural que genera una retroalimentación escénica que reclaman. «Si tuviéramos la oportunidad de trabajar todos en todo se acabaría ese malestar». La temporada ha ido muy bien. Tanto que se plantean que «Els Cupiello» se convierta en un clásico de Navidad. Gadea volverá después del verano con la divertida«Per davant i per darrere». Pilar Almeria anuncia una próxima «temporada potente» para celebrar los 25 años, con una nueva producción de la compañía para noviembre, en enero volverá «El jardí de les cireres», y con otra producción propia al abril.

«Continuidad en buenas condiciones» es el deseo de Pilar, al que se suma Ferran, que añade «todo funcione y se mantenga en el tiempo».

«El Nom», hasta el 16 de junio