Ni es una versión ni una adaptación libre. Godot gira alrededor de la obra Esperando a Godot de Beckett, pero no, afirma Juli Disla, «no es lo mismo». «Es otra cosa», lanzan los autores. La propuesta, incide Jaume Pérez, es diferente. «El texto de Samuel Beckett está presente, pero quien lo busque, quizás no lo encuentre», apuntan los autores de la pieza que, del 13 de febrero al 22 de marzo, se escenificará en el Teatro Rialto. «Es una obra diferente» remarca Disla. O no. «No queremos desvelar nada para que la predisposición del público sea lo más virgen posible», remarca. «Con estos elementos, el espectador rellenará algunos de los huecos temáticos de los que Beckett habla en su obra porque, a nuestra manera, ahondamos en los temas recurrentes del existencialismo como el tedio o la carencia de significado de la vida humana», reflexiona Disla. Y la espera, cómo no. «Godot está esperando una respuesta, espera una propuesta, espera que pase algo, espera resolver su existencia, sus dudas, sus ansias de tener respuestas a lo que sea. Y, cuando un espectador va al teatro, siempre espera algo», explica Disla. Y, sobre el público, se pone el foco en esta obra. «Desde que Beckett dejara a sus personajes esperando la llegada de Godot, la humanidad se ha colocado en medio de ese camino sin principio ni fin y al lado de ese árbol raquítico compartiendo la misma espera infinita. ¿Cuánta realidad es capaz de soportar la ficción?, ¿cuánta ficción es capaz de soportar la realidad?», reflexiona el director Jaume Pérez, que insiste en que esas preguntas, cómo no, se expondrán y será el público quién propondrá cómo resolverlo. En Godot, lanza Disla, el público asiste a su propio «espectáculo». Y sí, bromea el dúo, dicen que Godot «hoy» sí que vendrá.

«La referencia de Beckett no es arbitraria. Con Beckett los recursos dramáticos se ponen al servicio de una experiencia central que parte del existencialismo: el hombre es un 'ser-ahí' arrojado y abandonado a la existencia. Esperando a Godot causó escándalo en su época», explica Disla. «En las primeras representaciones, la mitad de la sala salía antes del final del Acto I. Otros espectadores se quedaban para abuchear a los autores y enfrentarse a los que les había gustado la obra, hasta el punto de que en una ocasión hubo que bajar el telón al principio del acto II. Esta puesta en escena escandalosa sirvió para hacer famosa a la obra desde el primer momento. Beckett dice a sus espectadores: sois vosotros los que esperáis a Godot», defiende Pérez, encargado de la dramaturgia.

«El público teatral aún sigue siendo una de las grandes omisiones de la reflexión sobre la actividad escénica y las historias del teatro, sin embargo, es un protagonista insoslayable en el acontecimiento teatral. Este proyecto cuestiona el concepto de público en tanto que entidad unitaria. Los espectadores son, en su colectividad, a la vez objeto y sujeto de espectáculo. Asistimos al teatro o al cine en busca de los otros, en busca de la vida de los otros, o al menos de sus imaginaciones, sus invenciones constructivas, incluso sus restos. Pero el teatro no es sólo el receptáculo de alguna dimensión de la vida de los otros: el teatro es un juego social. Proponemos un intrincado espectáculo teatral, entre el happening, la acción y la representación. Un juego de tensiones con el espectador que lo ate a la butaca y que a su vez cuestione su permanecer ahí», desgrana Pérez.

Godot surgió como una propuesta al buzón de producción que convocó el Instituto Valenciano de Cultura. El proyecto, relatan, fue seleccionado, puesto en marcha y ahora, con un reparto compuesto por Paloma Vidal, Enric Juezas, Manu Climent, Neus Alborch, María Maroto, Mertxe Aguilar, Bruno Tamarit, Morgan Blasco, Wanda Bellanza, Gloria Román, Miguel Seguí y Vicent Pastor es cuando ve la luz.

«Godot». Teatro Rialto. Del 13 de febrero al 22 de marzo