nna Alarcón anda estos días, además de confinada, nerviosa. En mayo estaba previsto el estreno de A este lado del mundo, la última cinta de David Trueba, en la que ella es la protagonista. Pero aún no sabe qué pasará. A los nervios se le une la rabia ya que la actual situación ha obligado a parar el rodaje de la serie de Netflix, El Inocente, dirigida por Oriol Paulo y que protagoniza Mario Casas.

¿Cómo ha sido rodar a las órdenes de Trueba?

Maravilloso. David es realmente un grande. Tiene las cosas clarísimas y se deja sorprender como un niño. Ha sido un regalazo estar en sus manos.

Todo rodaje está plagado de anécdotas, ¿con cuál te quedas?

¡Si empiezo no termino! Melilla es un lugar realmente curioso y sorprendente. Las anécdotas están retratadas en la misma película? Vivimos situaciones que me han cambiado la forma de mirar el mundo, de relacionarme con el consumo. He tomado conciencia real de hasta dónde nos está llevando lo absurdo e injusto del capitalismo. El último día, tras terminar el rodaje, una mujer me invitó a un hammam, un baño de barro tradicional que allí practican habitualmente, fue una experiencia maravillosa, nunca había estado en un hammam tan auténtico. Una reunión de mujeres cuidándose, muy hermoso.

¿A quién interpretas?

Mi personaje se llama Nagore, tiene raíces vascas. Trabaja de guardia civil en Melilla. Es una mujer con carácter en un mundo de hombres. Durante la película me toca acompañar a Beto, el personaje que interpreta Vito, por Melilla y enseñarle los secretos del lugar. Una especie de Cicerone. Es una mujer dura, muy convencida de sus actos y a la vez está muy quemada con y por el sistema. Hace lo que puede para sobrevivir en una zona tan difícil y tan conflictiva como es Melilla.

¿Te identicas con ella?

Yo también miro la vida de frente y lucho por lo que quiero. Aunque, debo decir, que algunos de los valores de Nagore no los comparto en absoluto.

También participas en La ofrenda, de Ventura Durall, película que protagonizas junto a Alex Brendemuhl y Verónica Echegui. Un triángulo amoroso con un pasado lleno de secretos donde nadie es quien parece ser.

Doy vida a Violeta, una mujer de clase mediaalta, psiquiatra, con marido y dos hijos. Una mujer aparentemente feliz y con una vida ordenada. La aparición de los otros dos personajes del triángulo, desestabilizarán toda su vida, ya que las heridas, aunque han pasado muchos años, siguen tiernas. Se taparon pero no se sanaron. En este momento Violeta se pierde en un torbellino de emociones.

¿Era la primera vez que trabajabas con Alex Brendemuhl y Verónica Echegui?

Fue una experiencia maravillosa. Conectamos mucho entre los tres, también con el director Ventura Durall y Pablo Molinero, actor que hace de mi marido. Fue un rodaje muy intenso, donde entregamos nuestras emociones de la forma más honesta a esta historia tan profunda. Hicimos un buen equipo. Se creó un ambiente de mucha confianza.

El coronavirus ha interrumpido las representaciones de la obra de teatro Desayuna conmigo de Iván Morales.

Ya estaba acabando. El teatro me gusta, pero también el cine. Cada uno tiene sus secretos y te pide cosas diferentes. Llevo más años en teatro pero el audiovisual me tiene cada vez más enamorada.

Has ganado el Premio BBVA de Teatro por el monólogo «Psicosis de las 4.48». ¿Los premios son tan importantes como uno piensa?

Lo bueno que tienen los premios es que te dan visibilidad, son una palmadita en la espalda y ya. Yo creo más en el trabajo constante