Destripando el machismo

La Rambleta acoge este fin de semana «Lisístrata dels escorxadors», una obra políticamente incorrecta de Miguel Ángel Sweeney, que deja en evidencia el patriarcado, pero desde dentro

Lisistrata dels escorxadors.

Lisistrata dels escorxadors.

Una voz en off, masculina, se convierte en un personaje más, aunque no aparece sobre el escenario. Se podría decir, además, que se trata del protagonista, pues es quien, con su narración, va guiando las acciones de las actrices que sí son visibles, aunque representen a mujeres invisibilizadas.

La voz es la de Miguel Ángel Sweeney, director de Lisístrata dels escorxadors, una obra que este fin de semana se representa en La Rambleta de València y que llega para romper esquemas e incomodar al público.

Surgida de Graners de Creació, la propuesta de Sweeney es atrevida y políticamente incorrecta: habla sobre la mujer pero no es feminista y sus personajes no están empoderadas.

El objetivo del director —también responsable de los textos— es «hablar del machismo estructural desde el machismo, no desde el papel de las mujeres y el feminismo».

Propone «reflexionar todo el rato sobre lo que han hecho los hombres a lo largo del tiempo», desde la visión de los «heterosexuales y blancos, que dominan y deciden sobre las mujeres; desde el machismo, desde un sitio incómodo para el espectador, pero real».

Para eso pone sobre las tablas a las intérpretes Ana Lola Cosín —que también es bailarina—, Arantxa Cortés, Begoña Comitre y Yasmina Burdeus.

Ellas con sus cuerpos y acciones

Las actrices aparecen silenciadas, convertidas en objetos que, como explica Sweeney, exploran todas las posibilidades del escenario. «Son solo ellas. Crean todo lo que dice el narrador con sus cuerpos y diferentes elementos, bailando y tocando en directo… son ellas, las mujeres, las que crean el mundo del que el hombre se aprovecha y es la voz narrada la que se lleva los méritos», detalla.

El escenario se presenta completamente vacío y son las cuatro mujeres las que lo llenan con sus acciones, siguiendo la voz en off.

También cabe destacar el trabajo de Álvaro Moliner, encargado de los audiovisuales que se proyectan durante la hora que dura el espectáculo.

Además de la referencia directa del nombre de la obra —Lisístrata, famosa comedia de Aristófanes, de la Grecia Clásica, en la que las mujeres se ponen de huelga sexual para parar la guerra— también hay un guiño a Bertol Brecht, ya que lo dels escorxadors es por su Santa Juana de los Mataderos.

«Tiene referencias a esas obras, las dos escritas por hombres, y es una analogía de lo que pasó entonces», explica.

Lisistrata dels escorxadors.

Lisistrata dels escorxadors.

Asimismo, Lisístrata i els escorxadors — enmarcada en el género del postdrama— es, a su vez, un viaje del presente al pasado, y viceversa. Recupera la historia de las trabajadoras de la fábrica de Nueva York que murieron en 1910; y también habla de Inditex; de los mensajes de socorro de las trabajadoras en las etiquetas de H&M y Shein; de las temporeras de las fresas de Huelva… es un salto hacia adelante y hacia atrás todo el rato», relata.

Asimismo, habla de los tampones y el Satisfyer, que aunque sean para mujeres, son «inventos que han creado los hombres».

«Es importante que el arte incomode»

Esta obra —que estará hasta el domingo en La Rambleta— surgió de la experiencia del director en primera persona, ya que en las baremaciones de los proyectos culturales para optar a ayudas «da más puntos si se integra a mujeres dentro de las historias». Lo mismo ocurre con el valenciano.

«Hice una analogía de cómo me situaba yo, como creador, dentro del movimiento feminista y de estas historias», reconoce. Así surgió la idea de la voz en off, siendo él mismo un personaje y que empieza, precisamente, hablando de esta circunstancia.

Lisistrata dels escorxadors.

Lisistrata dels escorxadors.

Sweeney es muy crítico con que, por ejemplo, algunas entidades que «no tienen a una mujer en la directiva ni protocolo de géneros», exijan que estas sí que estén presentes a la hora de obtener una subvención para el teatro. Tampoco esconde su opinión sobre la política de la cancelación actual: «Hay una tendencia de blanquear el arte y de que sea muy naif, y yo creo que es importante que incomode, que el espectador salga planteándose cuestiones; eso es lo interesante», defiende.

«Muchas veces creo que se tiende a dar discursos morales al público», lamenta. Sobre esto, asegura que muchos espectáculos están ‘parados’ y pendientes de cerrar contrataciones «a expensas de las elecciones» y cómo se conformen los ayuntamientos. «No hay libertad para creadores, humoristas y músicos, y eso es un problema en este país»-, considera.

"El público no se espera nada de lo que verá"

Sobre Lisístrata dels escorxadors, espera que el público «se sorprenda». Me gustaría que no salga igual que ha entrado, que tenga ganas de crecer y aprender, y que salga ‘removido’». «Es muy sorpresivo, no se esperan nada de lo que van a ver», promete Miguel Ángel Sweeney.

Sí reconoce que, a veces, alguien se ha ofendido desde el patio de butacas por esta obra tan rompedora. «Forma parte de esto. El discurso está claro y trabajado y, aunque haya un rol machista, no hay duda de que lo que se está intentando hacer es una crítica sobre cómo está constituido el mundo», afirma.