La crueldad sube al escenario en el Talia
Juan Echanove dirige una dura y violenta obra de Martin McDonagh, que ganó el Premio de la Crítica de Nueva York.
La dureza de los cuidados, la soledad de una madre y su hija aisladas, y una progenitora autoritaria son algunos de los elementos de una historia que impacta
El papel de María Galiana esorprenderá al público por su crudeza
Una casa encaramada a lo alto de una fría y solitaria colina del extrarradio de Leenane, al noroeste de la Irlanda de mediados de los 90. Madge Folan y su hija Maureen conviven a solas desde hace veinte años, marcadas por una tensa relación, largos silencios entre las dos, traumas pasados y la enfermedad de la madre.
No obstante, la visita de dos hombres y el regreso de ciertos sentimientos harán tambalear la situación hacia un final trágico.
Y es que, un día aparecen en la casa Pato Dooley, que trabaja de obrero en Londres, y su hermano menor Ray, un chico con pocas expectativas sociales y laborales.
«La reina de belleza de Leenane», uno de los máximos exponentes del denomiando «teatro de la crueldad», se puede ver en el Teatre Talia de València hasta el próximo 26 de mayo. La obra del escritor británico Martin McDonagh, habla de la soledad y las relaciones familiares en las zonas desfavorecidas y despobladas.
Esta adaptción realizada por Bernardo Sánchez Salas, está dirigida por Juan Echanove y protagonizada por Lucía Quintana y María Galiana. También cuenta con Javier Mora y Alberto Fraga como parte del reparto.
La historia, con un texto violento que favorece la interpretación, fue galardonada en 1998 con el Premio de la Crítica de Nueva York, forma parte de la trilogía de Leenane, pequeño pueblo de la costa oeste de Irlanda donde transcurre la cruenta historia que escribió McDonagh en 1996.
Quien fuera la reconocida abuela Herminia de la aclamada serie «Cuéntame» muestra en esta obra otras de sus facetas interpretativas. «El público pensará que no puede ser que Herminia sea una señora manipuladora, egoísta, y que se aprovecha de sus tres hijas, especialmente de una de ellas», apunta María Galiana.
Reconoce que en este caso, y a diferencia de la historia de TVE, su personaje «va a caer muy mal al público», pues es una mujer amargada que convierte en un infierno la vida de su hija soltera y que ha quedado a su cuidado (Lucía Quintana).
Pese a las dificultades, el personaje de Maureen, lejos de empequeñecerse, se convierte en «una heroína con muchos matices lorquianos», que refleja esa cruda realidad de las personas que cuidan a sus mayores y aparcan sus propias vidas para ello, con la muerte y la soledad como un telón de fondo siempre a punto de caer.
"Un teatro que tiene que doler"
Para Echanove, Martin Mcdonagh es uno de los dramaturgos contemporáneos «más interesantes que hay, que irrumpe con este título que supuso en los años noventa un estreno bastante disruptivo, frente a lo que se hacía».
El texto, indica el director de la obra, retrata muy bien las emociones vitales de personajes situados en los confines del mundo, «no sólo en lo geográfico», si no presentando al público «la verdad, la desnudez y cosas que a veces nos chirrían, dentro de un teatro que tiene que doler, porque, de lo contrario, no se está haciendo un Mcdonagh como se tiene que hacer».
Desde el principio, el director tenía claro que quería a Lucía Quintana en el personaje de Maureen, pero la duda estaba en quién iba a encarnar a la madre, a Madge, y enseguida surgió la idea de María Galiana, reconocida por el gran público pero que en esta obra muestra otra cara.
La acción pasa siempre en el salón-cocina-comedor de la casa, donde se irán descubriendo toda una serie de crueles mentiras.
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