A las 14.30 horas Otamendi abandonaba la Ciudad Deportiva de Paterna en el asiento del copiloto en el vehículo conducido por Rubén Vezo levantando el dedo pulgar de su mano derecha. Acababa de regresar de la clínica donde se realizó una resonancia magnética en el tobillo izquierdo, que diagnosticó un esguince de grado II, una lesión que en condiciones normales le descartaría para enfrentarse al Atlético, pero Nico se resiste a perderse un partido de tal dimensión, y busca el «milagro». Su plan ya está en marcha.

Nico va a trabajar en sesiones dobles toda la semana, por las mañanas realizará trabajo fisioterápico en camilla, por las tardes se ejercitará en el gimnasio. El argentino quiso pero no pudo disputar la segunda mitad ante la Real Sociedad por la entrada involuntaria de Enzo Pérez, ya se ha rebajado la hinchazón en su tobillo izquierdo, pero aún tiene dificultades para caminar y ayer aún no podía conducir. Sesiones en la piscina, ejercicios de elíptica, trabajo en bicicleta? Otamendi va a hacer todo lo que pueda, porque se resiste a perderse el partido del Vicente Calderón del próximo domingo. «Él no se lo va a querer perder», decía uno de sus agentes a este periódico, consciente del deseo del futbolista. El «histórico» del defensa argentino ya abre la puerta a no fijarse plazos, el umbral del dolor en cada futbolista es distinto y tanto Nuno como Otamendi prefieren apurar todos los tiempos posibles antes de descartarle. La evolución decidirá el veredicto.

Situación distinta es la de Paco Alcácer, que regresó al trabajo con el grupo y lo hizo a un nivel «espectacular», según sus compañeros. No sorprendió al técnico, sabedor que en el tramo final de la semana pasada, las sensaciones del delantero de su lesión de rodilla eran buenas e incluso hubo días en los que trabajó con una carga física incluso superior que la de sus compañeros. La presencia del «9» ante el Atlético es incuestionable, y a partir de hoy comenzará a entrenar con vistas a ese duelo, después de que ayer no trabajaran todos al mismo ritmo. Paco se apunta, y Otamendi se resiste a perdérselo.