Otamendi ha llegado a Valencia con una sonrisa, correspondida con entusiasmo por sus compañeros en el vestuario, por su «banda», como él repite en los mensajes que escribe en redes sociales. A las 7.45 horas cruzó con su vehículo la barrera de la Ciudad Deportiva, con tiempo suficiente para realizarse unas analíticas. Ya avisó el defensa que no iba a adoptar una posición de fuerza para su salida, por respeto a la institución y a sus compañeros. Con algunos se intercambió mensajes antes de venir, y le improvisaron una cariñosa bienvenida. Informado por su representante sobre en qué punto están las gestiones con el Manchester United y el City, Nico está tranquilo. Salió al césped acompañado de su «hermano» Rodri de Paul, esbozando ahí su primera sonrisa. Sabía Nuno que el argentino estaba en el vestuario, pero no hablaron antes de comenzar la sesión de trabajo, que salió el primero y se puso a charlar con sus ayudantes Rui Silva y Phil Neville en una zona apartada del terreno de juego. Al marcar la hora fijada para iniciar la sesión, unos minutos sobre las 9 horas, el técnico se acercó y como es habitual tras un día de descanso fue saludando uno a uno a cada uno de sus chicos, con la novedad de la presencia de Nico.

Con el objetivo encuadrado en la figura de Otamendi, los flashes esperaban su encuentro con el míster. Y llegó. Primero le dio la mano, pero a diferencia del resto, ambos se fundieron en un abrazo y una sonrisa. Nuno esperaba este día con ansia, quería verle de nuevo. El tiempo corre en este caso a favor del Valencia CF, a pesar de que la intención del jugador sigue siendo la misma de cambiar de aires. Con un clima tranquilo comenzó la sesión. En la zona de un córner, alejados de las cámaras „se multiplicaron respecto a un día habitual de entrenamiento por la llegada del argentino„ Nuno encontró el momento adecuado. Se acercó a su posición mientras realizaba ejercicios de calentamiento e intercambiaron unas palabras, tras las cuales los dos esbozaron sendas sonrisas. En la hoja de ruta figura una conversación seria entre el entrenador y el futbolista, pero la charla no se quiere escenificar a plena luz del día. No es el lugar.

Un grupo de seguidores se apostó a la espera de que su ídolo saliera, pero el «23» se tomó su tiempo. Metido en faena cumple a rajatabla con su trabajo, tras el calentamiento junto a sus compañeros siguió su plan, completando la sesión en el gimnasio donde se «machacó». En un ambiente relajado, Nico les contó sus vacaciones a sus más allegados del vestuario, antes de prepararse la maleta para viajar a Alemania. En el aeropuerto esperaban al equipo un grupo de diez aficionados, que le corearon «Nico quédate, Nico quédate», y a los que accedió con amabilidad para realizarle fotos mientras un hormiguero de cámaras filmaban el momento. Nuno observaba con atención.

Tras cruzar el arco de seguridad, sin el acoso de los seguidores, a Otamendi se le notó más relajado junto a De Paul, Enzo Pérez y Rodrigo. Con brazos en jarra, una gorra roja colocada milimétricamente, no paró de observar su móvil. Era una charla entre amigos en las que no faltaron risas al ver unas imágenes que mostró Enzo, con De Paul irradiando felicidad por tenerle de nuevo cerca. En el Valencia CF es su «hermano», su confesor, los dos confían mucho el uno en el otro y Rodri sueña con verle en el vestuario a partir de septiembre, como Nuno, consciente que con Otamendi, la defensa está en buenas manos.