En el fútbol está todo inventado. O casi todo. El gol lo condiciona todo. El Valencia lo sabe bien. En San Mames lo sufrió. El Athletic, que llegaba en su peor momento al partido, encontró en el Valencia a su mejor medicina.

El equipo de las dudas y los desajustes reapareció en una segunda parte en la que, primero Susaeta y luego Aduriz, dieron la vuelta a un partido que había empezado muy bien para el Valencia. Ayer, sabia Dani Parejo que su familia estaba en San Mames. Que, sólo un día antes, habían decidido acercarse hasta Bilbao para dar un beso «al chico». Y el capitán agradeció el gesto a sus padres y hermana de las mejor de las maneras. Dani, de falta directa, marcó un golazo. Con doble dedicatoria. Aun no había recogido el balón Iraizoz de dentro de la red, cuando el jugador ya se encontraba ante el centenar de valencianistas desplazados a Bilbao celebrando el gol con el pulgar apoyado en el labio dedicando el tanto al bebé que su mujer espera para dentro de veinte días. El capitán, acto seguido, miraba a la zona de tribuna y lanzaba un beso a su familia con una amplia sonrisa en la cara. La de la felicidad. El Valencia, en el minuto 19, ya mandaba en el marcador. El resultado, en esta ocasión, acompañaba al Valencia. Porque quien había puesto el fútbol era el Athletic.

En un arranque efervescente, el equipo vasco arrinconó a un Valencia que, a pesar de jugar con tres jugadores en el centro del campo „dos de ellos muy creativos como son Parejo y André„, no pasó de él para ver cómo todo el juego se desarrollaba en el área defendida por Jaume. Con una presión muy adelantada, el equipo de Valverde exprimía el juego por las bandas, sobre todo la izquierda, para buscar el remate de un Aduriz al que se pegó a su espalda Vezo. Un juego que, a pesar de colocarse por debajo en el marcador, no varió. Y, cuando mejor estaba el Valencia haciendo circular el balón, le dio resultado. Tras un saque de esquina, de cabeza, Laporte restablecía la igualdad. Volver a empezar. El Valencia, que jugó vestido totalmente de blanco, en un partido a cara de perro, volvía a sufrir porque el Athletic jugaba con el cuchillo en la boca.

En la reanudación, Negredo perdonó el segundo gol del Valencia cuando San Mames ya lamentaba el tanto. Tras un perfecto pase de Feghouli, el delantero cabalgó hacia Iraizoz, al que dribló pero que no batió porque lanzó el balón fuera. Ni Negredo se lo creía. Quizás por eso, André y Fuego no se lo pensaron para, en una carrera, acudir hasta donde estaba el vallecano para reanimarlo. Sí acertó Susaeta que, tras un pase de Aduriz, colocó el 2-1 en el marcador. El Athletic le daba la vuelta al partido mientras Jaume se desgañitaba dándo órdenes a cancelo mientras el fuerte viento entorpecía el juego. Con un doble cambio, Alcácer por Negredo y De Paul por Bakkali, Nuno trataba de espabilar el equipo. El Athletic dominaba; el Valencia sufría. Y ahí llegó Aduriz. El exvalencianista, a sus 34 años, atraviesa uno de sus mejores momentos y no dejó pasar la oportunidad de disfrutar del aplauso de su público. Con el 3-1, se trató de maquillar el resultado pero fue imposible.