-Portero del Valencia CF y entrenador del Levante UD. ¿Tiene, veinte años después, el corazón dividido entre ambos clubes?

-Valencia y Levante deben ser enemigos deportivos pero nunca sociales. Los dos clubes son valencianos y deben convivir juntos porque los dos son de la capital. No deben tener entre ellos ningún problema.

-¿Mantiene alguna relación con la entidad azulgrana?

-Tengo contacto con antiguos directivos.

-¿Vive y sufre semana tras semana con los resultados deportivos del Levante?

-Sí, he seguido al Levante. Como espectador lo cierto es que no disfruto mucho cuando voy al fútbol porque ahora se juega a defender el resultado. Antes lo importante era ganar. Me gusta ir a un partido para ver sistemas de juego.

-¿Cómo ha vivido esta temporada y la promoción?

-Con tensión, creo que debería ascender el líder de cada grupo sin necesidad de disputar la fase de ascenso.

-¿Desde el principio confió en la plantilla de Pepe Balaguer?

-Es una buena plantilla que ha costado mucho dinero y ensamblarla debe haber sido una tarea difícil. Para la categoría en la que milita es un buen equipo, pero la afición granota ayuda poco porque no hay pasión.

-¿Es a su juicio cierta la vieja y reiterada frase de que el Levante ha sufrido desde el mismo día en que se fundó en 1909?

-Es un equipo modesto con una afición trabajadora y de ahí la frase.

-¿Cómo vivió el ascenso de los «blaugranas» a la primera división?

-Como estaba separado más o menos de la vida deportiva, cuando logramos el ascenso lo viví de forma muy especial. Recuerdo que el público invadió el campo y me sacaron en hombros. Son cosas y detalles que no se olvidan nunca.

-¿Es cierto que llegó al Levante por pura casualidad?

-Sí, yo era entrenador del Torrent y cuando finalizó la primera vuelta, la secretaría técnica me llamó para incorporarme al Levante. Era un reto y acepté. En la segunda vuelta sólo perdimos un partido y en la promoción ganamos al Coruña.

-¿Con qué palabra definiría al equipo de aquella campaña?

-No hay una palabra, sino un número o un resultado, el 4-4. Nunca dábamos un partido por perdido y en varias ocasiones el resultado fue 4-4. Nunca dábamos un partido por perdido. En el campo sólo teníamos un objetivo: ganar, ganar y ganar.

-¿Fue Eduardo Clerigues un buen presidente?

-Como persona y directivo fue un gran presidente, y con él Blas Escrich, ellos aunaron sus esfuerzos para lograr el ascenso a la primera.

-El equipo tan sólo permaneció dos años en la categoría. ¿Cuál fue el motivo o motivos del descenso?

-La parte económica es la más importante en el fútbol. Se vendieron o traspasaron jugadores claves en el esquema de juego y con ello se desarmó el armazón.

-¿Cómo fue su relación con Ramón Balaguer?

-Buenísima. Tras la baja de Lele, él me buscó. Nunca tuvimos ningún problema.

-¿Funcionó el tándem desde el principio?

-Sí, Balaguer me repescó a mitad temporada. El trabajo que hicimos fue muy bueno.

-¿Era fácil dominar al equipo?

-El trato humano con los jugadores, a todos los niveles, era excelente. Formábamos una gran familia. Se creó un bloque tanto dentro como fuera del campo donde nadie destacaba ni miraba por encima del hombro y esto fue lo que le dio rendimiento y éxitos al equipo.

-¿Qué jugador destacaba sobre el bloque?

-Domínguez. Era el más carismático, pero en el terreno de juego estaba siempre al mismo nivel que el resto. Era uno más.

-Como jugador, ¿defendió en alguna ocasión la camiseta «blaugrana»?

-Sí, en una temporada. Tras mi paso por el Valencia del 43 al 50, donde llegué tras haber estado en el Barcelona, recalé en el Levante en la temporada de la riada, la del 57 al 58. Firmé para una temporada con opción a una segunda si jugaba trece partidos, pero sólo jugué doce.

-¿Será el ascenso a la segunda el paso previo para volver a la primera?

-Lo veo muy difícil, porque la liga es muy larga y no se puede tener ningún desliz. En segunda hay equipos con un gran potencial económico.

-¿En qué categoría merece estar el Levante?

-Si la directiva lo lleva bien puede estar en primera o segunda, un ejemplo es el Alavés, que se ha defendido perfectamente esta temporada en la liga de las estrellas. Está claro que estar en el grupo de los elegidos es difícil, pero esto ha existido siempre.

-¿A cambiado mucho el fútbol de los años 60 al actual?

-Sí, ahora lo importante es meter un gol más que el rival y cuando esto se consigue defender. Antes, en época, durante los noventa minutos había que ganar y gustar.

-¿Y a nivel económico?

-El cambio ha sido brutal. En un partido de liga si empatábamos no ganábamos nada. Cuando yo me retiré con el Valencia cobraba 3.000 pesetas de sueldo y por ganar la final nos dieron una gratificación de 12.500 pesetas.

-¿Por qué dejó el mundo del fútbol?

-De cara al futuro no me era rentable. Pensé que debía escoger un trabajo que me permitiera mantener a la familia. Primero empecé a trabajar en una agencia de viajes y luego, hasta que me jubilé, como jefe de compras en Mariner, SA.

-¿Con el Levante, en la faceta de entrenador, protagonizó alguna anécdota similar a la del Nou Camp en la que, siendo portero, tras ganar el Valencia la Copa en 1954 se subió al larguero en esa imagen que se ha quedado en la retina de los valencianistas?

-Como aquélla, ninguna, pero recuerdo que, jugando la promoción frente al Coruña, cuando marcamos el primer gol se hizo una suelta de palomas y a los pocos minutos nos empataron y yo empecé a gritar: ¡Hay que recoger las palomas! Luego, finalmente, ganamos y no pasó

nada, porque de no ser así hubiera sido algo ridículo.

-¿Qué le gusta más, Nou Estadi o Ciudad de Valencia?

-Ciudad de Valencia.

-¿Qué le parece la entrada masiva de extranjeros y comunitarios en el fútbol español?

-El fútbol se debe despersonalizar. Está bien que se fichen extranjeros, pero que sean buenos jugadores, no medianías como está ocurriendo