Un partido para la leyenda le permitió al Atlético de Madrid discutir como nunca ante el Valencia CF. De un duelo mayúsculo, con tanto hueso como buen fútbol, el equipo rojiblanco alzó al cielo de l´Alcúdia la copa de la XXXIV edición del Cotif. Y lo hizo en un momento simbólico por su fabulosa dimensión en todas las categorías, lo que revaloriza más si cabe su victoria en Els Arcs. Fue un encuentro sin tiempo para parpadear, con dos conjuntos llevados al sofoco casi inhumano, con dos partes y una prórroga muy igualadas. Un Atlético de Madrid incansable y un Valencia CF férreo.

En el Atlético de Madrid de Manolo Cano, la seña del Cholo Simeone ha calado hondo. Su estrategia fue clara desde el primer minuto: presionar, robar y aprovechar los contraataques.

El Valencia CF, agresivo y punzante, como en las cinco citas anteriores. Desde el principio, ambos fueron un regimiento y se jugaron cada pelota como si fuera la última de sus vidas, siempre de forma gremial, como mosqueteros. Aun así, pese a que los valencianistas lograron hacerse con el control, esa condición no les valió para tener las más claras del primer tiempo.

Tras el paso por el túnel de vestuarios, los dos equipos demostraron que tienen un gran depósito. Ambos supieron gobernar tanto cuando no tuvieron la pelota como cuando la conquistaron.

Los atléticos fueron un poco más descarados y gracias a ello, se acercaron con mayor amenaza al arco rival. Solo les faltó fortuna en los metros finales.

Cuando el tiempo ya apremiaba, Valencia CF y Atlético de Madrid convirtieron el partido en un constante toma y daca. Esquerdo y Antonio por una banda y Salido y Óscar por otra, trataron de tirar del carro, pero el crono superó al ímpetu y deseo de los dos equipos, que terminaron forzando la prórroga. El tiempo extra solo sirvió para refrendar lo que en los últimos minutos ya parecía presagiarse, que el encuentro terminaría con empate a cero y se llegaría a la tanda de penaltis.

En los penaltis la suerte cayó del lado del Atlético de Madrid. La tanda definitiva siempre es cruel, pero los colchoneros hicieron méritos para ganar.